El "invierno" de vocaciones en el que vive Segovia
El rector del seminario, vicario de Evangelización y delegado diocesano de medios, Juan Cruz Arnanz, habla de las distintas "llamadas" a servicios y ministerios eclesiásticos
Segovia - Publicado el
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Un "invierno vocacional". Esa es la situación que vive la diócesis, según la definición del rector del seminario, vicario de Evangelización y delegado diocesano de medios. Juan Cruz Arnanz ha pasado por el Mediodía COPE en Segovia y, a pesar de dibujar un panorama sin seminaristas menores o sin Seminario en Familia, ha preferido quedarse con la nota optimista. Con la alegría de contar con dos seminaristas mayores.
La escasez de sacerdotes hace que sea complicado atender todas las parroquias de la diócesis. Fundamentalmente las del medio rural. Sin embargo, la Iglesia cuenta con varias figuras en su ministerio, que cumplen también su función. No se trata de paliar carencias, sino que constituyen diferentes tipos de llamada, con papeles determinados.
Aparecen, por ejemplo, los diáconos. Dentro de ellos, hay diáconos transitorios: los que continúan su camino y formación hacia la ordenación sacerdotal. En Segovia se ha ordenado recientemente un diácono de este tipo, que próximamente será sacerdote. Por otro lado, están los diáconos permanentes. Un ministerio recuperado sobre todo a raíz del Concilio Vaticano II. Pueden ser célibes o estar casados, aunque se pide que sean maduros y que, si tienen hijos, estos cuenten ya con cierta autonomía. Son clérigos, ministros de la Iglesia, así que solo pueden ser hombres. Siempre vinculados al obispo pueden encargarse de algunas funciones sacramentales, como bautizos o bodas. No de otras: en ningún caso pueden administrar el sacramento de la penitencia (es decir, no pueden confesar), o tampoco el de la eucaristía (no pueden consagrar). Estos casos están reservados al presbítero, al sacerdote.
En la diócesis segoviana no hay actualmente ningún diácono permanente, pero sí es un ministerio presente en territorios próximos, como la archidiócesis de Valladolid o la diócesis de Zamora. Y son diferentes a los celebradores de la Palabra, que son laicos y que, por tanto, pueden ser hombre o mujer, que no pueden administrar sacramento alguno y que constituyen agentes animadores, para que la Palabra de Dios esté presente donde no se puede celebrar la eucaristía. De manera especial, los domingos.
Estos celebradores de la Palabra se suman en la vida ministerial de la Iglesia a otras figuras, como los lectores, los acólitos o los catequistas. Son, pues, llamadas diferentes, pero todas necesarias, como ha remarcado Juan Cruz Arnanz, aludiendo a la figura expresada por San Pablo, en la que la Iglesia es un cuerpo, donde Cristo es la cabeza. Pero un cuerpo donde existen muchos miembros distintos. De hecho, el rector del seminario, vicario de Evangelización y delegado diocesano de medios ha invitado a no tener una visión sacramental limitada.