CARTA PASTORAL LUÍS ARGÜELLO 

Monseñor Argüello invita a que los corazones se conviertan en “casa de huéspedes”

En su carta pastoral recoge el anhelo del corazón que busca luz y guía, razón y afecto

Carta Pastoral del Arzobispo de Valladolid, Luis Argüello
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Carta Pastoral del arzobispo de Valladolid, Luis Argüello

Laura Ríos

Valladolid - Publicado el - Actualizado

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El Adviento nos encamina y nos lleva de la mano para que se pueda producir el gran encuentro de la Navidad. “Estamos llamados a que nuestro corazón sea una casa hospitalaria, una casa de huéspedes que pueda acoger al que viene, al que viene y sorprende, al que viene y transforma nuestras vidas”, señala en su carta pastoral el arzobispo de Valladolid y presidente de la Conferencia Episcopal Española, Luis Argüello, quien recuerda que el Papa Francisco en su última encíclica nos habla del amor del Corazón de Cristo que se entregó por nosotros. “Nos propone preparar la casa de huéspedes” para acoger esta presencia divina.

El prelado vallisoletano recupera la tradición por estas fechas de instalar en casas, templos y otros lugares, belenes, pesebres, representaciones del Misterio “para ayudarnos a entrar en el misterio de la Navidad”. Se pregunta “¿de qué materiales está hecha esta casa de huéspedes? ¿Cuáles son las figuras, las piezas que hemos de colocar para que la casa del corazón tenga esa capacidad de acoger, de ser hospitalaria?”

Uno de los materiales de la casa de huéspedes tiene que ver con “deseos profundos del corazón, con el afán de libertad, de amor, de alegría, con ese secreto deseo que nos habla de la capacidad de trascender del corazón humano”. Una plenitud que, a veces, “nos lleva por caminos extraviados, pero que siempre es un indicador de que el corazón está hecho para acoger un Corazón más grande”. “Son piezas de la casa de huéspedes que hablan de nuestra propia condición humano-divina”.

Pero también en la “casa de huéspedes” caben otros materiales, “que brotan de heridas y dolores, materiales que hablan de una búsqueda de la verdad en medio de mentiras, de un anhelo de paz en medio de guerras y de conflictos”. “Nuestra casa de huéspedes también ha de expresar este anhelo del corazón que busca luz y guía, razón y afecto, que busca un compañero de camino, un camino mismo, una senda adecuada para poder expresar lo mejor que llevamos dentro y también las heridas y nuestra vulnerabilidad”, argumenta.

¿A quién recibimos en la casa de huéspedes?”

“A la casa de huéspedes viene alguien a quien llamamos, ya desde tiempos antiguos, Enmanuel, Dios con nosotros. Y, así, la casa de huéspedes va a ser habitada por el Enmanuel, acompañada en los materiales de soledad que hemos podido colocar en la casa. El Enmanuel viene a decirnos: no estás solo, estoy contigo”, señala. 

Por todo ello, señala en su carta pastoral que este tiempo es especialmente indicado “para los que pensáis que la Navidad este año hay que ponerla entre paréntesis, porque hemos perdido un ser querido, porque no tenemos motivos humanos para la alegría o porque estamos en casa solos”.

Pero también este Enmanuel se llama Jesús. Y Jesús significa Salvador y viene a la casa de huéspedes del corazón “a salvarnos de lo que nadie nos puede salvar, a salvarnos de la pegajosidad de nuestro propio egoísmo, a salvarnos de la vanagloria o de la soberbia, a salvarnos de nuestras tendencias, a ser los primeros, a tener más, a pasarlo bien, que, si es verdad que a veces son energía para levantarnos cada mañana, son también causa de muchos de los problemas y conflictos que vivimos”.

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