Adiós a las bolitas negras: La UE prohíbe el uso de caucho en los campos de césped artificial

Las madres con hijos que juegan al fútbol tendrán un archienemigo menos por el que preocuparse, aunque tendrán que esperar hasta 2031. La Unión Europea prohibirá el uso de las bolitas de caucho de menos de 5 milímetros en campos de césped artificial al considerarlos microplásticos. Estas partículas, que solo se usan para terrenos de juego de fútbol y de rugby, cumplen la función de emular el bote que el balón haría sobre una superficie de césped natural y, sobre todo, limitar el daño que los deportistas sufren en las caídas.

No obstante, las ventajas que este material se ven opacadas cuando nos fijamos en sus contras. Ignacio Senabre, experto en césped artificial, explicaba a Mónica Álvarez en 'Herrera en COPE' que "el caucho migra de los campos de fútbol a los ríos a través de los sistemas de saneamiento de las instalaciones, y de ahí va al mar". Senabre subrayaba además que "a nivel de la Unión Europea, son 16.000 toneladas de caucho las que mandamos al mar".

Estas bolitas de caucho se fabrican triturando neumáticos reciclados. Su eliminación de los terrenos de juego no quiere decir que los partidos de los equipos de barrio o de las categorías inferiores (los que principalmente utilizan este tipo de campos para jugar) vayan a tener que volver a la época de los campos de tierra, que eran mucho más peligrosos para la integridad física de los jugadores, sino que habrá que encontrar una fórmula más sostenible para poder mantener los campos de césped artificial, aunque la retirada del caucho de estos campos podría llegar a costar hasta 30.000 euros.

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Escucha la entrevista completa de Mónica García a Ignacio Senabre, experto en césped artificial

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Los riesgos de los microplásticos

Como microplástico que son, las desastrosas consecuencias tanto medioambientales como para la salud pública que trae son numerosas. Pedro Jiménez, profesor de microbiología de la Universidad CEU San Pablo, explicaba que "no se biodegrada, por lo que se produce un deterioro mecánico", algo que para el ser humano es altamente perjudicial, ya que "se generan micropartículas que se pueden inhalar, producen enfermedades respiratorias, cardiovasculares y también a nivel endocrino".

Además, el profesor ha explicado que "se estima que de media cada persona come unos 250 gramos de microplásticos al año", y ha añadido que uno de los grandes problemas que conllevan es que no se degradan de una manera rápida, sino que pueden tardar en desaparecer varios siglos.