OPINIÓN: 'Otro virus. La otra pandemia', por Juan Carlos Gumiel

"Recibimos constantemente tanta información y tan variada en cada una de sus estructuras mediáticas, que hemos llegado a una peligrosa mezcolanza difícil de tamizar..."

Desayuno de Palabras

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

3 min lectura

Hace poco más de seis meses que el mundo, nuestro azaroso mundo, se nos puso patas arriba y no les puedo quitar la razón. Nunca podíamos imaginarnos lo sucedido con el pérfido bacilo ponzoñoso en una sociedad tan avanzada en lo científico y tecnológico. Vivíamos moderadamente satisfechos en nuestra sociedad del bienestar desde nuestro particular “conuco” de posibilidades sin importarnos apenas los problemas ajenos y capitales que se iban larvando de crisis en nuestro alrededor, veíamos y escuchábamos las noticias pasar y, a muchos de nosotros, nos pareció bien instalarnos en lo fácil y en lo cómodo, mientras que no nos tocaran de cerca las desgracias y las tragedias ajenas. Ya sé que es un atrevimiento por mi parte generalizar y que cada una de las personas, independientemente de su condición y estatus, destila su particular sensibilidad hacia las cuestiones más hondas y peregrinas que nos afectan como; las desgracias de la naturaleza, el hambre, la enfermedad, la economía, la educación, la enseñanza, les gallines, la igualdad, la comunidad de vecinos, la muerte, las guerras, la señalización… infinitos temas que hemos ido viendo pasar, día tras día, a través de esta sociedad globalizada de la información en cada una de sus modalidades, estilos y puestas en escena; inmediata, abrupta, veloz, rapaz, amarilla, veraz, falaz, deformada, intencionada, maniquea…

Recibimos constantemente tanta información y tan variada en cada una de sus estructuras mediáticas, que hemos llegado a una peligrosa mezcolanza difícil de tamizar, sin tiempo al importantísimo ejercicio de la constatación y la reflexión. Vamos consumiendo mensajes y adoctrinamientos por goteo constante, prácticamente sin enterarnos de la inoculación y, en muchísimos casos, sin ningún tipo de rubor y consideración de las consecuencias. Mentiras que se tapan con más mentiras, bulos que se visten de realidad, verdades a medias, certezas de saldo, verdades que no terminan de ser pequeñas mentiras y mentiras que finalmente se nos revisten de verdad, un batiburrillo de datos y más datos de difícil concreción, chascarrillos miserables o alarmistas, noticias, mensajes, soflamas e historietas que se están convirtiendo en definitiva en algo tan peligroso, como la crisis que nos acontece.

Me temo que hemos llegado con esto a un punto tan pernicioso y voraz, que ya se nos hace infinitamente complicado discernir, distinguir entre la información verdaderamente sustancial y verídica y los mensajes que recibimos intencionados y/o manipulados con el ánimo de, no sé si despistarnos o simplemente introducirnos o inducirnos hacia un prediseñado y estratégico camino concreto. Hemos entrado en barrena en una espiral de maquillajes, falsedades y maniobras de control y distracción por parte de la gran mayoría de colectivos políticos y plataformas mediáticas, que tengo actualmente la profunda sensación de que esta situación se nos ha ido de las manos y que estamos ante “la otra pandemia”, igual de peligrosa que la que nos asola en estos momentos.

Por tanto, precisamos ya urgentemente de dos vacunas: una para combatir el abominable covid-19 y otra para este nuevo virus ponzoñoso que no para de propagarse, ese otro virus, esta otra pandemia que estamos sufriendo: la de la desinformación.

Juan Carlos Gumiel.

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