OPINIÓN: 'Teoría de los conjuntos sufijistas', por Juan Carlos Gumiel
"Al menor atisbo o sospecha de que puedas ser contrario a la corriente determinada, inmediatamente pasarás a engrosar la lista de algún conjunto sufijista concreto"
Madrid - Publicado el - Actualizado
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La teoría matemática de los conjuntos cada vez cobra más realidad en nuestras vidas y va dando sus reconocibles pasos en este peliagudo entramado socio político que ha logrado engranar, dividir y clasificar al conjunto de sufijos a merced de estrategias de cambio, poder, ideología y gobierno.
Aunque aparentemente esto que les cuento tiene su enrevesada complejidad, es más sencillo de lo que parece, incluso podíamos explicarlo con un simple “divide y vencerás” pero estamos, sin duda, ante algo mucho más sibilino y perverso.
Si se han ido percatando en estos últimos meses, nuestra sociedad en España está siendo dividida y señalada en grupos o conjuntos de manera permanente, bien marcados y definidos con ese adjetivo particular acabado en sufijo, que de forma indefectible se sustantiva, es decir “inclinado a” o “partidario de”, y poco a poco este caldo de cultivo se ha ido generalizando. Entiendo que es bajo una necesidad estratégica perfectamente medida y estudiada, como es marcar y dividir a los ciudadanos, a través de una retórica política pueril y mediocre de consecuencias aún impredecibles, ciertamente poco edificantes e incluso, bastante nociva para la convivencia, la pluralidad y en definitiva nuestra actual democracia.
La demonización sistemática y el acoso y derribo a la totalidad de personas que no piensen como ellos, en clave social-comunista, acaba llevándote inexorablemente a uno de sus grupos sufijistas mas reconocidos como; fascista, machista, terraplanista, negacionista… Esta acción continuada, ejercitada principalmente por los actuales socios del Gobierno, ha terminado cuajando en el conjunto de una buena parte de la sociedad, convirtiéndose en el principal caballo de batalla de un buen número de activistas de la descalificación gratuita, en este caso tanto de un lado como de otro que ha hecho suya, casi sin pensarlo, esta pervertida estrategia de denigración generalizada, como podemos comprobar, o incluso, sufrir cada día en redes sociales, medios de comunicación e incluso en charlas y tertulias familiares o sociales y cada vez con un cariz más despiadado y abyecto hacia cada causa o postura.
¿Alguien podría decirme en la actualidad, algún hilo, charla, opinión o debate sobre la situación política o sanitaria de nuestro país, que no acabe sin que alguien termine tatuado o incluido en un determinado conjunto de adjetivos como los anteriormente citados? Da igual la corrección con la que expongas o expreses la idea, al menor atisbo o sospecha de que puedas ser contrario a la corriente determinada, inmediatamente pasarás a engrosar la lista de algún conjunto sufijista concreto.
Si uno reflexiona un poco y hasta lo repiensa bien, todos hemos caído en la trampa, esta trampa maquiavélica que divide y señala a la sociedad, que alimenta el odio, que fomenta el rencor y que poco a poco va deteriorando la convivencia, el sano debate de las diferentes posturas y las ideas. Hemos caído en esta maraña diseñada de conjuntos definidos, que hacen del enfrentamiento una victoria clara de la mediocridad, la injusticia, el insulto y la patraña más descarnada.
No hagamos el caldo gordo a todos esos a los que les conviene la división y la ruptura de los equilibrios y de las formas, muchos españoles todavía somos lo suficientemente conscientes y sensatos para no caer en este peligroso juego del señalamiento gratuito e incluso del bulling público y social, esta división encocorada de la sociedad es tan zafia y contaminante como esos mismos que la han parido, ese conjunto de políticos sufijistas que supongo se autodefinirán como “gobiernocistas”.