El Fadrí de Castellón: de nombre "poético" a cuna del teletrabajo

Es uno de los enclaves más icónicos de la capital de la Plana. Desde su punto junto a la Concatedral de Santa María, en uno de los laterales de la plaza Mayor, pero siempre vigilante desde su altura.

Hablamos, como no podía ser de otra manera, del Fadrí, el solitario campanario con más de 500 años de antigüedad, Bien de Interés Cultural, y que es todo un atractivo turístico de Castellón. Este domingo, de la mano del Mucc y con Bambando Turisme i Experiències como guías, habrá una nueva oportunidad de disfrutar de sus entresijos y de poder subir sus más de 100 escalones. Pero también para conocer algunas curiosidades.

Ivanoa Ortega, desde Bambando, nos ha desvelado algunas de ellas en COPE Castellón. Algunas conocidas, pero otras más escondidas que puedes conocer radiofónicamente hablando, pero que siempre se podrán disfrutar más en persona. Te las presentamos:

- Construcción en 3 fases: Pese a que se empezó a construir en 1437, "no hay pruebas documentales hasta años después porque tuvo una paralización de obra". Se retomaron después, y se volvieron a parar hasta la fecha oficial de finalización, 1604. De hecho, como apunta Ortega, "si observamos desde fuera, vemos 2 tonalidades de piedra distinta, los 3 primeros de un color y los 2 últimos más claros".

- Padrino literato: este campanario siempre se ha conocido por Fadrí, pero hay gente que desconoce quién se lo puso. Ivanoa Ortega nos lo desvela: "Este adjetivo de estar soltero se lo puso nuestro poeta Bernat Artola".

- Reloj movido: Otra curiosidad llega con un cambio realizado desde su estreno en 1600: la esfera del reloj no apuntaba a la plaza Mayor, sino lo hacía al lado contrario. La razón, como nos explican desde Bambando, es que "daba a la plaza de la Hierba, porque en el siglo XVII el ayuntamiento estaba enfrente de la Llotja del Cànem, donde actualmente hay una entidad bancaria". También ha cambiado la nacionalidad del reloj, pasando de suiza al actual francés.

- Teletrabajo: Pero la curiosidad que más puede sorprender la encontramos en el piso donde vivía el campanero. "Un espacio diáfano, con un banco corrido, un espacio para menaje, y una pieza cuadrada con 6 agujeros en su bóveda". Esta última deja otro de los puntos curiosos de la torre-campanario, y es que valía para "pasar las cuerdas de las campanas para tocarlas, con lo que lo podía hacer su propia casa".

Éstas y muchas más sorpresas esconden este edificio que sigue abierto para recibir a todos los visitantes que lo deseen.