La ventana más fotografiada del casco histórico coruñés
La casa de Pilar no pasa inadvertida en la calle Cortaduría
Madrid - Publicado el - Actualizado
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La casa de Pilar no sale en ninguna guía turística pero es, sin duda, una de las más fotografiadas de la Ciudad Vieja de A Coruña. La casa de esta mujer destaca ya a lo lejos en medio de la calle Cortaduría, una vía empedrada eminentemente residencial. Decenas de plantas y flores que rodean la ventana sirven como letrero anunciador del lugar y sacan a la calle toda la alegría contagiosa que esta mujer desprende.
Pilar Diéguez no aparenta sus 86 años aunque a ella le pesen, sobre todo, a la hora de andar. Lleva dos años en este bajo, tras vivir más de media vida en el segundo piso del edificio. Sus rodillas empezaron a fallar y llegó un momento en el que las escaleras se le hicieron demasiado altas, por lo que se mudó a ras de suelo. Ella es la única vecina de este inmueble antiquísimo. Inquilina de renta antigua, Pilar enseguida llenó de vida su pequeño piso, repleto de adornos, cacharros y fotos de sus hijos y nietos. La ventana de esta mujer está siempre abierta, y desde fuera no es extraño verla con su mandilón mientras cocina para algún hijo o nieto o mientras mira la televisión, en la pequeña sala en la que toda la decoración forma una perfecta prolongación de su jovial carácter.
Tanto colorido llama la atención de los turistas que recorren esta zona donde nació hace más de 800 años la ciudad de A Coruña. Sobre todo, de los cruceristas que llegan al puerto herculino. Ingleses o alemanes sacan sus grandes cámaras para retratar la colección de macetas alineada en las rejas de la casa o el colorido collage de enseres y retratos que atesora esta mujer en el salón-cocina. Pilar no sabe hablar inglés, pero los entiende igualmente: “me dicen así” -hace el gesto de pulsar el botón de una cámara- . “A veces me escondo para que no me vean y meten la máquina para sacar la chimenea”. La cocina-chimenea de Pilar, cubierta de un mantel de cuadros, es lo que más sorprende a los extranjeros, acostumbrados quizá a otro tipo de diseños de interiores. “No pasa uno que no quite la foto”, asegura orgullosa.
Quién sabe a qué lugar del mundo habrán llegado el salón y las flores que ha salvado Pilar. “Las compro viejas en Obdulia -una floristería de A Coruña- por un euro y después reviven”. Sus plantas preferidas son ocho geranios que están en sus respectivas macetas. “Esas las quito de noche porque me las regalaron los nietos y son de metal”, afirma. Mientras charlamos, no deja de saludar a vecinos que pasan por delante de su ventana. Comparten un rato con ella y también le ayudan a hacer la compra o ir a recados. “Aquí en la calle somos todos una familia”, asegura esta mujer cuya ventana, patrimonio no oficial de la Calle Cortaduría, es el perfecto ejemplo de aquel lema que dice que en A Coruña nadie es forastero.