Cinco años del estado de alarma en Santiago
Recordamos el inicio del confinamiento con una médica, una profesora, la directora de una residencia de mayores y un placero del mercado de Abastos de Santiago

Charlamos con una médica de familia, una profesora, la directora de una residencia de mayores y un placero del mercado de Santiago
Santiago - Publicado el
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Casi 600 personas fallecieron en el Área Sanitaria de Santiago y Barbanza durante la pandemia que oficialmente nos impactó de lleno hace cinco años. Comenzó un tiempo marcado por la incertidumbre, la tristeza y el dolor: así recuerdan aquellos momentos Magdalena Seco, médica de familia, Vanesa Castro, directora de una residencia de mayores, Susana Penabade, profesora de educación infantil y José Bermúdez, placero veterano en el Mercado de Abastos de Santiago.
Magdalena nos contó cómo lo de "ser esencial" cobró un significado especial entonces, cuando sabía que había personas que estaban todo el día esperando su llamada telefónica, porque vivían solas, no tenían a nadie cerca y hablar con ella, su médica, era la conversación que tenían ese día.
Le tocó ver morir a pacientes víctimas del covid, pero también recibir la generosidad de la gente que, en los primeros momentos de la crisis sanitaria, fabricaba equipos de protección caseros que utilizaban en el centro de salud porque no había otra cosa.
Vanesa recuerda con alegría que, a diferencia de lo que ocurrió en otras residencias, en la de Porta do Camiño, no hubo ninguna víctima mortal y hasta la tercera oleada, nadie se contagió. Relata casi como una pequeña aventura el inicio de la pandemia para sus mayores, porque tuvieron que pasar un tiempo en un hotel mientras el centro se convirtió en punto de acogida para los contagiados en otros asilos.

La vacuna marcó un punto de inflexión en la pandemia del Covid 19
Susana recuerda cómo se marcharon para casa cuando se declaró el estado de alarma, sin llevarse nada del colegio, porque todo el mundo esperaba que fuese algo de unos días... Luego hubo que pautar vídeoconferencias periódicas, para aliviar el aislamiento de los peques. Cinco años después, pide que se piense más en ellos a la hora de hacer protocolos ante una situación similar.
José se emociona aún recordando lo que les tocó vivir, porque los vendedores estuvieron siempre al pie del cañón, atendiendo las necesidades de la gente y viendo como algún compañero se quedaba por el camino.
¿Lo afrontaríamos mejor si vuelve a suceder algo parecido? Todos comparten que algo hemos aprendido... pero mejor, que no nos pongan a prueba.