La sorpresa que esperaba a un peregrino de Jaén en la plaza del Obradoiro
Santiago recibe ya una media de 2.000 caminantes al día, cada uno con una historia personal en la mochila. En la Oficina del Peregrino encuentran acogida casi en cualquier idioma
Santiago - Publicado el
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En la entrada del Centro Internacional de Acogida al Peregrino se escucha a cada poco el sonido que marca el turno en el mostrador donde se recoge la Compostela. Y eso que hoy es "un día tranquilo", nos dice Noelia, la coordinadora de la "Oficina". Allí nos encontramos a Alfonso. Han pasado 12 días desde que se subió a su bicicleta en Jaén rumbo a Santiago. Algo más de 900 kilómetros por delante, era la primera vez que hacía la ruta, por motivos personales, asegura y decidió pedalear solo. Eso sí, su familia seguía puntualmente en la distancia su peregrinación...mucho más de lo que él sospechaba.
Porque justo la mañana en la que Alfonso se bajó de la bici en el Obradoiro y se dispuso a hacer un día más videollamada con su casa se encontró con que las tres caritas a las que quería ver estaban a su lado, delante de la catedral de Santiago. "No pude evitar echarme a llorar, estaba muy contento por encontrarme a la familia". "Nos estaba viendo de frente y no se lo creía", cuenta entre risas Verónica, su mujer.
Mientras él espera para recoger su acreditación de peregrino, en la puerta vigilan la bici las dos hijas de la pareja, Blanca y Aldara. La madre y las peques se levantaron a las tres de la mañana para poder ir hasta Málaga y coger un avión allí rumbo a Compostela. A pesar del esfuerzo, están encantadas con la "aventura" y planeando ya cuándo podrán hacer el Camino toda la familia junta: "no desde Jaén, que es mucho trayecto", aclara Verónica. No se ponen de acuerdo si a pie o sobre ruedas: la más benjamina prefiere en bici, así que igual habrá que esperar a que le quiten los ruedines para echarse las mochilas al hombro.
"UNA COSA ES VERLO EN YOUTUBE Y OTRA ESTAR ACÁ Y CONMOVERSE CON LAS HISTORIAS"
El Centro internacional de Acogida al Peregrino hace honor a su nombre palabra por palabra. Porque no es sólo el lugar donde recoger el documento que acredita los kilómetros recorridos en ruta a la tumba del Apóstol. Es un final del Camino que ofrece puertas y brazos abiertos al que llega. Y da igual cómo llegue ni cuál sea su lengua.
Hay Asociaciones de Peregrinos Ingleses, Franceses, Alemanes, Holandeses y Portugueses, todas con un sacerdote o una religiosa que se encargan especialmente de la atención espiritual de los caminantes. Además, en la capilla a la entrada del Centro se celebran prácticamente todos los días eucaristías en los distintos idiomas.
De la atención a los peregrinos que hablan español se encargaban hasta hace poco padres jesuitas pero desde hace un mes se ha sumado también la comunidad de Carmelitas Contemplativos que se trasladó este año al convento del Carmen, en la zona histórica de Santiago.
Mauro de los Corazones de Jesús y de María es de Colombia, como el resto de los hermanos, y atiende a todo el que se acerca al mostrador porque se desenvuelve en varios idiomas. "La Compostela es el pretexto para entablar la conversación", explica. Uno de los carismas de su orden es precisamente la escucha, así que este lugar le viene como anillo al dedo y aunque asegura que se habían preparado para la labor de acogida, Mauro asegura que cada día le sigue sorprendiendo el encuentro con la gente y que muchas veces acaba emocionándose con las personas que le trasladan su vivencia. "Me acuerdo muy bien de una señora española que hizo el camino con su esposo y poco después, el marido murió. Ella decidió hacer el camino de nuevo, con las cenizas, haciendo el duelo y regresando con él. Yo no sé qué me pasa que empiezo a hablar con los peregrinos y de pronto lloro con ellos".
"Es muy especial ver como monjes carmelitas podemos acompañar y arropar todo esto", añade Mauro. El momento de acogida espiritual no termina necesariamente en la charla y el café en la oficina del Peregrino, porque los Carmelitas invitan también a los caminantes que lo deseen a participar por las tardes en la actividad de la comunidad en el convento para "asentar todo lo vivido en el Camino": "pienso que el Señor nos ha traído acá porque abrimos un espacio a las personas para que se integren a nuestro ritmo de vida... siempre tenemos el rezo del rosario, la misa de la tarde, el rezo de las vísperas cantadas, meditación en silencio. Cualquiera de estos espacios está abierto para quien quiera prolongar esta experiencia de llegada". También a las personas que viven en Santiago, añade Mauro.
Él no ha hecho todavía el Camino, "es una deuda que tenemos aún con los peregrinos que llegan", confiesa. Quien sí ha pasado la experiencia en primera persona es Marie, una de las voluntarias que atiende a los caminantes francófonos. "Todos los caminos, todos, son un museo a cielo abierto, es maravilloso!" asegura. "Debo tener el corazón abierto para los otros... acoger a un peregrino es acoger a Dios", asegura. Ella peregrinó dos veces, por el camino Francés, y planea el año próximo hacer el Portugués. Mientras se prepara para ponerse de nuevo en ruta, pasará un tiempo dando la bienvenida a los que llegan, generalmente con los pies doloridos pero el corazón reconfortado.
Es lo que asegura Carmen, una valenciana que recoge la Compostela por cuarta vez. "Me siento muy llena cuando hago el camino", explica, así que por descontado que no será la última: "mientras pueda andar, si es posible lo haré todos los años", asegura.
En todo 2023, más de 446.000 personas recogieron su acreditación en la Oficina del peregrino. Estamos iniciando la temporada teóricamente de mayor afluencia y ya se han sobrepasado los 170.000.