opinión

Que la muerte de Andrés no quede impune

Ha fallecido Andrés Rico, el abuelo de un árbitro que dirigía un partido de cadetes, que fue agredido en un pabellón de Sanxenxo el pasado 15 de diciembre

Pabellón Municipal de Vilalonga, en la que fue agredido Andrés

Pabellón Municipal de Vilalonga, en el que fue agredido Andrés

Santi Peón

Vigo - Publicado el - Actualizado

2 min lectura

Se han cumplido los peores pronósticos. Esta pasada madrugada ha fallecido Andrés Rico. Andrés, padre y abuelo, llevaba ingresado en varios hospitales de la provincia tras ser empujado por otro espectador durante un partido de balonmano disputado el último mes del pasado 2024.

El pasado 15 de diciembre, en el pabellón de Vilalonga, se enfrentaban en partido de liga el Sanxenxo Balonmán y el Rasoeiro. Partido de categoría cadete. Es decir, niñas de 14 y 15 años. La misma edad que el árbitro, nieto de la víctima y que tuvo que pasar por el amargo trago de presenciar todo.

Durante el partido, un energúmeno se dedicó a insultar al árbitro. En la grada, su abuelo, harto de las faltas de respeto, le pidió educadamente que cesase en su comportamiento.

Lejos de hacerlo, el agresor empujó a Andrés, con la mala suerte de caer y golpearse la cabeza. Y desde entonces, empezó el infierno. Para él y para su familia.

Han sido algo más de dos meses en los que Andrés ha estado ingresado entre Montecelo, en Pontevedra, y el Álvaro Cunqueiro. Con un pronóstico siempre grave, aunque los médicos han hecho todo lo que han podido para revertir una situación que ya se tornaba en imposible.

Anoche, sin visos de solución, Andrés falleció, acompañado de los suyos. Algo que, por descontado, no reduce el dolor de perder a alguien querido.

Pero el agresor sigue en la calle. Aunque se han abierto diligencias contra él, la justicia camina lenta y este hombre sigue por O Grove como si nada hubiese sucedido. Y, lo que es peor, sin mostrar el más mínimo gesto de arrepentimiento.

Al agresor ya le conocen en más pabellones. No fue la primera vez que armaba follón en una cancha. Incluso, me dicen, que en el país vecino, donde ya habría tenido problemas similares.

Que la muerte de Andrés, ahora que por desgracia se ha confirmado el fatal desenlace, no quede impune. Que caiga sobre el agresor todo el peso de la ley.

Pero que es eso no nos haga olvidar que echar a estos cafres de los pabellones, o de los campos de fútbol, o de donde vayan a faltar al respeto, es trabajo de todos. Que la pena sirva de escarmiento para aquellos que, aun con niños de por medio, no son capaces de controlar sus reacciones más primarias.

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