Uno de cada cinco niños es víctima de acoso escolar en España

El 2 de mayo es el Día Internacional contra el acoso escolar y aquí te ofrecemos algunas claves para detectarlo y combatirlo

Uno de cada cinco niños es víctima de acoso escolar en España

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

6 min lectura

El próximo domingo día 2 de mayo se celebra el Día Internacional contra el Acoso Escolar, una lacra social que sigue más vigente que nunca, especialmente desde la aparición del ciberbullying.

En España, según datos extraídos de un estudio realizado en noviembre de 2019 en la web www.dilotodocontraelbullying.es, uno de cada cinco niños españoles es víctima de bullying y/o ciberbullying y solo el 15% decide contarlo a sus padres o profesores. Y lo que es realmente alarmante, 8 de cada 10 adolescentes entrevistados han sido espectadores de algún episodio de acoso.

El doctor Jordi Royo, director clínico de Amalgama7, explica que “se debe considerar que cuando el acoso se produce en un pueblo o barrio afecta a toda la vida de la víctima, porque todos los espacios están relacionados entre ellos. El bullying o ciberbullying no es sólo una agresión generada por un menor contra otro. El grupo tendría un papel fundamental. Las personas pertenecientes al grupo podrán participar en el mismo, asumiendo un rol de observador, de testimonio pasivo o activo, de colaborador o incitador en el maltrato. Estos roles no son excluyentes entre ellos, ni tampoco estáticos en el tiempo. En Amalgama7 hemos atendido a chicos y chicas que, en un tiempo y contexto determinado, han sido víctimas de maltrato y, posteriormente, se han convertido en observadores activos de otro maltrato o incluso en agresores”.

¿Qué síntomas tiene una persona que sufre bullying o ciberbullying?

Los síntomas más frecuentes que pueden presentar tanto las víctimas como los agresores son físicos: dolor abdominal, trastornos del sueño, cefalea, fatiga, neurosis secundaria, pérdida de apetito o de peso, mareos, vértigo, síntomas psicológicos, aumento de la ansiedad, depresión, baja autoestima, disminución del rendimiento escolar, dejar de conectarse a Internet o conectarse con más frecuencia todavía, tristeza, irritabilidad, no querer hablar del tema… Incluso, en algunos casos, ideas suicidas.

¿Cómo se debe tratar a un agresor?

Amalgama7 es una entidad especializada en los adolescentes, y muchos de ellos han sido acosadores activos- explica el doctor Royo-. Las víctimas, los espectadores y los agresores son menores de edad que precisan ayuda, que siempre por medio de la terapia psicológica, para intentar revertir su situación y poder cambiar su actitud. Muchos agresores no tienen conciencia de efectuar ningún maltrato. La primera ayuda consiste en que, previamente, tomen conciencia que con su conducta maltratan a otra persona, ya que, por lo general, tienen dificultades para manejar sus emociones y llevarse bien con otros. Sin atención psicológica, difícilmente se revertirá la situación y la actitud acosadora”.

¿Qué hago si es mi hijo el que acosa?

Si se descubre que un hijo o hija está acosando a un compañero o compañera, hay que confrontarlo y hacerle reflexionar. Sin embargo, los agresores a menudo presentan trastornos de conducta, tales como Trastorno Negativista Desafiante (TNA) o Trastorno Disocial, así como dificultades de aprendizaje y atención. La intervención profesional de un psicólogo es necesaria para corregir los patrones de conducta desadaptativos. Por muy duro que suene, el adolescente debe entender que abusar física o psicológicamente de otro le cataloga como acosador.

¿Un acosador puede revertir su rol ante la sociedad?

‘Sí, si el acosador recibe ayuda psicológica puede revertir perfectamente su rol en la sociedadJordi Royo es tajante ante tal pregunta – El agresor necesita en un primer momento que, si él mismo no entiende la gravedad de la situación, alguien de su entorno pida ayuda, y a partir de aquí empezar a trabajar desde el programa individual al grupal, y trabajar con las emociones como la ira, la rabia, el odio… a la vez que tratamos de potenciar las habilidades de comunicación y por supuesto, de resolución de conflictos. Siempre con la necesaria implicación, con ellos también hacemos terapia, de familiares y amigos. Cuando la persona entiende que tiene un problema y que ha causado dolor a otros, se abre una ventana que difícilmente dejamos que se le vuelva a cerrar.’

Cómo actuar ante el bullying o del ciberbullying

Si se detecta un caso de acoso o ciberbullying en el centro educativo, es importante comunicarlo a los profesores y buscar ayuda profesional. Cada escuela tiene un protocolo de actuación ante las situaciones de bullying, por lo que es importante que la dirección del centro intervenga. Si el agresor o agresores no son del mismo centro, se puede considerar la denuncia. Muchos niños y adolescentes que sufren bullying desarrollan trastornos de salud mental a largo plazo, por el que la asistencia preventiva y la terapia son esenciales. Desde casa se pueden aplicar algunas medidas, como dialogar y escuchar al hijo o hija que sufre acoso, enseñarle a denunciar perfiles en las redes sociales, reforzar su autoestima, cuidar su privacidad (decirle que no comparta información personal), buscar atención individualizada por parte de la escuela y de psicólogos y guardar las pruebas del acoso por si fuera necesario denunciar al agresor. Los participantes de toda situación de acoso son tres: los acosadores, la víctima y los espectadores. Se trata del denominado ‘Triángulo del Bullying’.

Uno de cada cinco niños es víctima de acoso escolar en España

En uno de los vértices, están posicionados los espectadores, estos tienen tres formas posibles de acción: activa agresiva, en la cual apoyan al acosador y se convierten en sus cómplices (animan, graban las agresiones…); pasiva, donde optan por no entrometerse en esta situación de acoso a pesar de ser conscientes de lo que sucede -esta opción puede darse por indiferencia o por miedo a convertirse en víctimas si deciden actuar; y, por último, activa defensiva, que es en la única posición donde se ayuda a la víctima –en este caso, los espectadores optan por ayudarla, ya sea enfrentándose al agresor o pidiendo ayuda en su nombre.

“Ante una situación de acoso -explica el director clínico de Amalgama7-, es muy probable que nos encontremos con un observador o con varios observadores. Los observadores serán fundamentales para que la agresión termine o, por el contrario, se perpetúe. Si el espectador adopta un rol de defensa de la víctima, si no le ríen las gracias al opresor, éste tenderá a disminuir su comportamiento de agresión hasta extinguirlo. Si el espectador o espectadores adoptan un rol de colaboración o de refuerzo del opresor, la agresión se perpetuará y muy probablemente se incrementará progresivamente. El opresor se reitera más fuerte, más reforzado. Cuando se siente más reforzado, se vendrá arriba, con lo que se incrementará un trato humillante hacia la víctima. Muchos espectadores tienden a reforzar al agresor porque de esta forma, y gracias a la ley del silencio, evitan que se concentren en ellos y convertirse ellos mismos en víctimas. En el fondo, es un comportamiento de autodefensa. En este sentido, los programas de prevención de bullying y ciberbullying tienen que tener muy en cuenta que los observadores acaban jugando un papel clave en el esquema de la agresión.’

Según el doctor Jordi Royo: “Para darse un episodio de bullying o ciberbullying existen, como mínimo, tres características: la primera, que sea una agresión repetida en el tiempo; la segunda, que exista un desequilibrio de poder que provoque que la víctima no pueda defenderse, y por último, que haya una intencionalidad de hacer daño por parte del agresor. Estas tres características las propuso el doctor Hodgins. Desde nuestra experiencia en la atención a personas implicadas en bullying y cyberbullying en el rol de víctimas, agresores y observadores, constatamos que no siempre los agresores tienen una clara conciencia ni una clara intencionalidad de querer hacer daño. Muchas veces, se trata sólo de bromas pesadas o menos pesadas que provocan la risa y el divertimento del grupo. Otra cuestión es cómo lo vive la víctima, si aquella broma le hace daño. ¿Es relevante que el agresor no tenga la intencionalidad de hacerle daño? Creemos que la intencionalidad no debería ser una variable relevante”.

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