TRADICIÓN GIPUZKOA

¿En qué consiste la tradición guipuzcoana de regalar "opillas" a los ahijados cada 25 de abril?

Enrique, de la pastelería Opilla de San Sebastián, nos cuenta en Cope Euskadi que cada 25 de abril elabora unas 500 "opillas" en su obrador.

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Conoce en Cope Euskadi la tradición de regalar "opillas" el 25 de abril, Festividad de San Marcos

Usua Bilbao

San Sebastián - Publicado el - Actualizado

2 min lectura

En las comarcas del Bidasoa y Oarsoaldea cada 25 de abril, Festividad de San Marcos, es tradición que la madrina regale a su ahijado o ahijada "soltera" la tradicional "opilla". Hondarribia, Irun o Rentería tienen "muy arraigada" esta tradición que sin embargo también tiene adeptos en San Sebastián.

Precisamente en la pastelería Opilla del barrio de Gros en San Sebastián, Enrique trabaja "a destajo" en su obrador donde, ayudado por su equipo, han elaborado unas 500 "opillas". " Estamos a tope, más que otros años", nos explica antes de describirnos los diferentes tipos de "opilla" que venden. "Antes el típico era el de moka, de café, con almendra, un bizcocho embarrachado tapado con la mantequilla y con los adornos como el huevo de chocolate, el pollito y la pluma y ahora también hacemos de chocolate y de mermelada o de crema y nata", nos describe.

Enrique es pastelero desde que tenía 13 años. Ahora tiene 60 y lleva toda la vida dedicándose a esta profesión, con horarios duros, ya que comienza a trabajar a las 21,00 horas y se va a dormir cuando el resto trabajan, aunque él ya está acostumbrado. Le gusta su negocio donde ahora mismo trabajan 7 personas en total y donde hace todo tipo de elaboraciones, entre dulces y tartas, en su obrador. Asegura que tiene una clientela "muy buena" y que este trabajo le permite "vivir dignamente".

María ha sido una de las clientas que se ha llevado hoy dos opillas de esta pastelería. Ella es de Rentería y se ha escapado un momento del trabajo para cumplir con una tradición que ella también conoce desde niña, porque su madrina le regalaba la "opilla" a ella y ahora ella se la regala a su "ahijado" mientras "esté soltero", según nos puntualiza.

Cuenta la tradición que se trata de una costumbre que ha pervivido generación tras generación y que tiene su origen en los almuerzos que los peregrinos llevaban a las ermitas durante las procesiones del 25 de abril, Festividad de San Marcos. De camino al monte, la comitiva se detenía en alguno de los caseríos del recorrido donde autoridades y clero disfrutaban de un almuerzo de tenedor, mientras que los acompañantes debían conformarse con un panecillo y uno o dos huevos cocidos al horno.

Con el tiempo, los ahijados recibían como regalo de sus madrinas (mientras eran solteros) estos panecillos, para que se los llevaran al monte para coger fuerzas, y se decoraban con huevos duros, que debían coincidir en número con los años que tenía el ahijado. Cuando el cura acudía a bendecir los campos, se decidió bendecir también la opilla antes de degustarla, así tendrían un año próspero. Tiempo después esta torta de pan se transformó en bizcocho y años más tarde los huevos duros fueron sustituidos por huevos de chocolate

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