LUCHA PENSIONISTAS
"Los viejos no somos tontos": un grito contra el maltrato institucional a los mayores
El jubilado bilbaíno Ángel Fernández denuncia en un libro el “maltrato institucional” hacia los mayores y reclama una pensión mínima de 1.080 euros
Vitoria - Publicado el - Actualizado
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Ángel Fernández Velasco, un bilbaíno de 83 años, lleva seis años convertido en incansable defensor de las pensiones públicas. Pronto verá la luz su libro “Los viejos no somos tontos”, donde narra su experiencia en las manifestaciones que, desde 2018, se llevan a cabo en Bilbao cada lunes para exigir unas pensiones dignas y denunciar el “maltrato institucional” hacia los mayores.
Entrevistado en COPE Euskadi, Fernández Velasco asegura que su objetivo con este libro es “defender la dignidad perdida de las personas mayores”. En sus más de 300 páginas, el autor denuncia el empobrecimiento de los pensionistas y reclama una pensión mínima de 1.080 euros mensuales. “Por debajo de eso es pobreza extrema y un país que tiene muchos pobres, como país, es pobre", afirma.
Nos han tomado por tontos
"Enfrente tenemos a gente obsesionada con hacer dinero incluso del mundo pensionista"
El pensionista bilbaíno rememora el inicio de esta lucha, que comenzó en 2018. Entonces, "unos listillos llegaron a la conclusión de que las pensiones primero se tenían que congelar y luego actualizar con un 0,25. Creyeron que nos podían dar una limosna". Aquello desató un inédito movimiento de protesta que comenzó en Bilbao y se fue extendiendo hasta abarcar todos los rincones del país.
Sobre el título de su libro asegura que les han tomado por "tontos". "En el trato que vemos teniendo con diversas instituciones de índole económica, sanitaria, política....se nos trata como gente amortizada, lo cual es un error. Somos viejos, pero nuestra dignidad está intacta. Somos personas que nos hemos formado con principios humanistas y para nosotros el esfuerzo, la honradez, el trabajo...son valores muy importantes".
sus compañeros, su familia
Ángel explica que lo mejor de esta aventura reivindicativa son las amistades que ha hecho. "Personas buenas y de una pieza" que ya son como de su familia. "He tenido vivencias extraordinarias. Al final, acabas haciendo amigos estupendos. Es gente solidaria, amiga, capaz de trabajar lo que sea por esta causa y esas conexiones no sólo se han quedado en Bilbao sino que nos han llevado por todo el Estado.