Cristina L. Schlichting cuenta la historia de "un entierro gracioso"

La presentadora de 'Fin de Semana COPE' comparte en sus 'Historias de Sofá' la historia de un agustino recoleto en Brasil

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Cristina L. Schlichting

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Os voy a hablar de un entierro gracioso. Vosotros pensaréis: "Pues menuda ocurrencia en Navidad". Tiene la cosa su miga. La historia la conozco a través del agustino recoleto, Manuel Fernández, que está en la desembocadura del Amazonas, en Brasil. Él es de un pueblito de León y era amigo del padre Raimundo. La cuestión es que al menos tres agustinos recoletos han muerto en esta epidemia de covid y uno fue el hermano Raimundo que vete tú a saber qué comió o bebió. La cuestión es que se encontraba muy mal. Como era mayor fue a un ambulatorio y lo trataron. Y allí se contagió de coronavirus. Manuel me dice que de cada 20 casos mueren 10 en Brasil.

La cosa es que Raimundo falleció. Lo de enterrarle no era tan fácil porque al parecer hay un montón de corrupciones y corruptelas. Se pagan dineros por parte del Gobierno para generar nuevos cementerios pero los políticos se lo quedan. La cuestión es qeu el padre Raimundo tuvo lo suyo. Vinieron con esto del covid cuatro operarios para llevar el féretro a hombros y de lejos lo seguían los hermanos agustinos recoletos.

Cavan en la tierra para meter el cuerpo y había otro. Que me lo cuenta el padre Manuel Fernández y se muere de risa el contarlo. El pobrecillo añade: "Yo lloré lo que no está en los escritos", como para disculparse de este golpe de risa que le da al hablar conmigo, pero es que es así. Y yo le digo: "Y Manolo, ¿qué hicisteis?".

"Bueno, ¿qué vamos a hacer?", dice el de León. Anduvieron otros cincuenta metros para delante, cavaron otro agujero y metieron a fray Raimundo. Allí, gracias a Dios, no había nadie. No había nadie. El sitio está muy bien marcado con cuatro palos para que en su momento se busque una tumba más adecuada, cuando pase lo del covid, para fray Raimundo. Y dice Manolo que él no solo no deja Brasil porque está enamorado del país y de la gente, porque los misioneros son felices haciendo este tipo de tareas, sino porque se ha prometido a sí mismo que antes de que fray Raimundo no tenga una historia decente, él no deja Brasil. Cosas de los misioneros.

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