20 AÑOS SIN MIGUEL ÁNGEL BLANCO

"La autopsia de Miguel Ángel Blanco fue especial por el silencio"

Luis Miguel Querejeta, forense que examinó el cuerpo del concejal de Ermua asesinado por ETA, relata el dolor que vivió aquellos días de julio

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“La de Miguel Ángel fue una autopsia especial por el silencio”

Andoni Orrantia

Publicado el - Actualizado

4 min lectura

El 13 de julio de 1997 España se preparaba para dar un adiós emocionado a Miguel Ángel Blanco. Mientras tanto, en el Instituto Vasco de Medicina Legal de San Sebastián el doctor Luis Miguel Querejeta organizaba a su equipo para realizar la autopsia del concejal asesinado por ETA. Por aquel entonces contaba con 35 años. Llevaba 7 desempeñando su actividad como forense tras aprobar las correspondientes oposiciones en Euskadi.

No era la primera vez ni sería la última que se enfrentaba al cadáver de una víctima del Comando Donosti. Aquel que agujereó cruelmente el calendario con sus asesinatos. Para los cuerpos policiales, el buque insignia de ETA. El que formaban entonces Xabier García Gaztelu, Irantzu Gallastegui y José Luis Geresta. Quienes firmaron la campaña de atentados perpetrados en Guipúzcoa entre 1996 y 1998. Entre ellos, el secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco, los asesinatos de Ignacio Iruretagoyena, José Luis Caso o Manuel Zamarreño. Todos concejales del PP. O el del socialista Fernando Múgica, al que el doctor Querejeta conocía bien.

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Por su mesa, por sus manos han pasado prácticamente todas las víctimas del Complejo Donosti. “Fue una época muy dura y de mucho movimiento. Estabas en alerta pensando que en cualquier momento habría un atentado o disparaban a alguien. Vivías en tensión permanente”, relata a COPE en su despacho de San Sebastián. Allí, los historiales se agolpan en documentos sobre la mesa, baldas y cajas. Entre un microscopio, numerosos rotuladores y bolígrafos, un cartel de ‘El Padrino’ y otro cercano de un bebé que evoca vida en una atmósfera vinculada a la muerte. En una de las cajas guarda toda la información referida a la autopsia de Miguel Ángel Blanco. Por un lado, un portafolios bajo el epígrafe ‘Ministerio del Interior. Instituto Anatómica Forense. Autopsia de Miguel Ángel Blanco Garrido’. También, las fotos que confirman la trayectoria de los dos impactos de bala que recibió el concejal secuestrado. Querejeta los muestra con la naturalidad de quien está acostumbrado a charlar con la muerte. De quien realiza más de 100 autopsias al año. Impresiona.

"No cruzamos palabra alguna"

Fue una autopsia especial por el silencio”. Querejeta hace una pausa de 2 segundos antes de calificar aquel momento. “Los compañeros, los ayudantes, los que participamos no cruzamos palabra alguna. Se hizo como se debía hacer. De manera intensa. Las autopsias siempre te marcan de alguna forma. Eso es imborrable”, reconoce. Habla de manera pausada como quien traslada a su dicción la meticulosidad de un trabajo diario que no puede admitir errores. “Nosotros aspiramos a aportar pruebas con la causa de la muerte y cuál ha sido la forma en la que esa muerte se ha ejecutado. Podemos introducir elementos que a un tribunal le permita establecer lo que la Ley castiga más. Te blindas”, añade.

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No olvida aquel 10 de julio. “La situación cambia a partir del ultimátum. A partir de ese momento se produce una situación de angustia personal”. Tampoco el 12. “Todos estábamos esperando a que el reloj diera las cuatro. Recuerdo recibir en el ‘busca’ un mensaje. Me llamó la secretaria del juzgado para decirme que había aparecido una persona en la localidad guipuzcoana de Lasarte con disparos y que todo apuntaba a que era Miguel Ángel”, relata. “Recuerdo haber puesto el coche a una velocidad excesiva. Tienes la urgencia por llegar pronto y la sensación era que había que responder pronto”, añade.

“Con el primer disparo, la bala no penetra"

20 años después, Querejeta rompe su silencio para hablar con una radio. No duda en reconocer a COPE que tenía el convencimiento de que Miguel Ángel moriría. Según la sentencia de la Audiencia Nacional, Irantzu Gallastegi, alias ‘Amaia’, permaneció dentro del coche en actitud vigilante mientras José Luis Geresta, alias ‘Oker’, sujetaba a Miguel Ángel y Francisco García Gaztelu, alias ‘Txapote’ realiza los disparos. La autopsia lo deja claro. Fueron muy seguidos. Del calibre 22. Una munición que según los experto, exige proximidad para poder matar a alguien. “Con el primer disparo, la bala no penetra. Pierde el equilibrio. Para los presentes no cumple su finalidad. Con el segundo le hiere gravemente en la cabeza y la víctima queda tendida inconsciente”, detalla. Minutos más tarde, Miguel Ángel Blanco sería encontrado por una pareja que había salido a pasear con sus perros. En ese intervalo de tiempo, el concejal del PP pierde aproximadamente un litro de sangre. “En el cuerpo no había ningún signo de defensa ni de lucha; tampoco de restos de drogas o narcotizantes”, afirma Luis Miguel Querejeta, forense del Instituto Vasco de Medicina Legal.

En julio de 1997, Querejeta era padre de un niño de 4 años. “No le puedes explicar qué es la muerte”. Para este profesional, que rompió a llorar en una concentración ciudadana días después del entierro de Miguel Ángel, “la maldad no se puede explicar”.

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