El capellán de la Legión que podría ser santo
Fernando Huidobro ingresó en la Compañía de Jesús y cuando estalló la Guerra Civil en España solicitó volver
Madrid - Publicado el
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Fernando Huidobro nació en 1903 en Santander e ingresó en la Compañía de Jesús en 1919. Al ser expulsados los jesuitas de España en 1932, fue destinado a seguir su formación en varias ciudades de Europa. Al estallar la guerra civil se encontraba en Friburgo preparando su tesis doctoral de la mano del filósofo Martin Heidegger. Fue entonces cuando solicitó a sus superiores regresar a España, allí donde fuera más necesario.
En septiembre de 1936 fue destinado como capellán de la Legión, sirviendo siempre en primera línea. Siempre asumía grandes riesgos; en una ocasión, en el frente de la Casa de Campo, su capitán ordenó retirarse para salvaguardar su vida, pero él permaneció en el puesto confesando a un legionario, por lo que resultó herido en una pierna. Nada más recuperarse decidió reincorporarse al frente, y cuando una de las religiosas que le atendió le sugirió quedarse en el hospital como capellán, le contestó: «Cojo era san Ignacio y no fue capellán de monjas».
De vuelta a las trincheras, siguió confesando a soldados de ambos bandos, atendió a moribundos y heridos, siempre en primera línea. En una carta a su hermano Ignacio, también jesuita, al comentar los graves peligros que afrontaba, escribió: «Y si es la muerte, será por amor». Y así fue: murió por el impacto de un obús mientras asistía a un herido el 11 de abril de 1937, cuando contaba 34 años, en la Cuesta de las Perdices, uno de los lugares más cruentos del frente madrileño.
Durante la apertura de su causa de canonización, el cardenal Osoro destacó que su vida fue «una historia de amor» marcada por la acogida de Jesucristo y vivida en lugares muy diferentes. Por su parte el arzobispo castrense, Juan del Río, manifestó que ha podido comprobar la fama de santidad del P. Huidobro siempre que se ha encontrado con legionarios o visitado sus acuartelamientos, donde está viva la memoria de su admirado capellán. De hecho, fueron muchas las peticiones llegadas desde distintos lugares donde está presente la Legión pidiendo al Arzobispado Castrense que impulsara la causa, que había quedado paralizada en 1982.
Monseñor del Río subrayó que Fernando Huidobro era un capellán «para todos» porque auxiliaba a todos sin distinción, a heridos, moribundos y caídos de los dos frentes durante la Guerra Civil. Y se preguntó si no estábamos ante un mártir por la caridad: su vida y su muerte dieron testimonio de ello.