La historia de Elsie, la religiosa que a sus 83 años continúa jugándose la vida por los más pobres en La India
Todos los días lleva comida preparada a unas 50 personas con enfermedades mentales recorriendo una distancia de 15 kilómetros en un rickshaw motorizado de tres ruedas
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A sus 83 años sigue subiendo cada día a su rickshaw para distribuir alimentos a los discapacitados mentales que viven en las calles entre Mithapur y el puerto de Okha, en el estado indio de Gujarat. Es lo que hacía antes de que llegara el Covid, y ahora, en plena segunda ola, sigue haciendo su recorrido diario porque, dice, “no puedo sentarme en la comodidad de mi convento cuando mi gente se tiene que alimentar sola, en este encierro de la pandemia”. La hermana Elsie Vadakkekara pertenece a la Congregación de Santa Ana de la Providencia, y ha hecho este recorrido durante años, en invierno o durante las lluvias monzónicas.
Todos los días lleva comida preparada a unas 50 personas con enfermedades mentales recorriendo una distancia de 15 kilómetros en un rickshaw motorizado de tres ruedas. Su conductor cuenta que se detienen en 45 lugares para servir la comida, preparada gracias a la generosidad de empresarios locales y líderes comunitarios, que donan verduras y otros alimentos. Antes de la pandemia, la religiosa solía abrazar a las mujeres y bendecir a los hombres tocándoles la cabeza o el hombro, y charlaba con ellos. Ahora con los protocolos sanitarios eso ha cambiado, pero no su presencia diaria.
Desde la propia Iglesia pidieron a la hermana Elsie que interrumpiera la distribución de alimentos, debido a su avanzada edad y el alto riesgo que corre, pero ella ha dicho que está dispuesta a morir ante que a dejar de ayudar a sus pobres. Afortunadamente cuenta con el apoyo de su comunidad, y otras hermanas se han unido a ella en la distribución de alimentos. Su historia empezó cuando un párroco de la ciudad le contó que había encontrado a un hombre con una enfermedad mental comiendo estiércol de vaca, tirado en el camino.
Cada día comienza su jornada con dos horas de oración personal antes de participar en la oración de la comunidad y en la Eucaristía, porque la oración es la roca en la que se sostiene. Como reconoce el obispo de Rajkot, la diócesis en que sirve la hermana Elsie, dar testimonio tiene más valor que predicar. Por eso se la conoce como la “Madre Teresa de Mithapur”.