La historia de un religioso español, contemplativo y misionero cien por cien
Miguel Gutiérrez lleva más de 50 años en África
Madrid - Publicado el
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El carmelita Miguel Gutiérrez ha pasado más de medio siglo en África y a sus 82 años sigue rezando por ese continente desde el convento de los Carmelitas Descalzos de Las Batuecas. En una entrevista con La Gaceta de Salamanca ha contado que en África pudo ver lo mejor del ser humano, pero también los horrores de los que es capaz, como el genocidio de Ruanda.
Cuando estalló la violencia él se encontraba en la República del Congo, separada de Rwanda por el río Ruzzizzi, y pudo contemplar muchos asesinatos de hombres, mujeres, niños y ancianos cuyos cuerpos eran arrojados al río. Desde la orilla del Congo él les llamaba “asesinos” en español a gritos. Fue la experiencia más triste de su vida.
Fray Miguel relata el día a día en la misión carmelitana de Masisi, donde todo estaba por hacer: carreteras, iglesias, escuelas o centros de salud. Un día los obispos plantearon evangelizar una zona de selva a la que no se podía acceder por tantos ríos y tantos leopardos como había. Él se presentó voluntario y se internó en la selva de Walikale y Ñamaboko donde encontró a muchos leprosos y empezó a trabajar con ellos. La misión a tenido sus espinas, pero también frutos. Cuenta que al dejar el Congo en su parroquia había 10.000 alumnos en las escuelas primarias. También una Escuela de Enfermería con más de 2.000 alumnos, y cada mañana más de 500 jóvenes participaban en la misa.
El anuncio del Evangelio fue también acompañado con la mejora de la calidad de vida de las personas. Por ejemplo, anunciaban que Cristo es luz, pero allí la población no tenía luz eléctrica y las turbinas estaban a unos cinco kilómetros. Se pusieron manos a la obra y con la ayuda de Manos Unidas se pudo poner la electricidad en veinticinco poblados.
Fray Miguel afirma que un carmelita tiene que ser cien por cien misionero y cien por cien contemplativo, no mitad y mitad, sino completamente misionero y completamente contemplativo. Reconoce que durante muchos años ha pedido mucho para hacer iglesias y colegios, pero no para sí mismo: “regresé a España con tres kilos más y 50 euros, después de 50 años de misión”.