La historia de Tomás y Loreto, un joven matrimonio misionero para acompañar a quienes más lo necesitan

Desde hace cinco años, el matrimonio vive junto a sus cinco hijos en el extrarradio de Amsterdam como 'familia en misión'

La historia de Tomás y Loreto, un joven matrimonio misionero para acompañar a quienes más lo necesitan

Redacción Religión

Publicado el - Actualizado

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Tomás Rico y Loreto Sales son un joven matrimonio de Valencia, padres de cinco hijos, que desde hace cinco años viven en el extrarradio de Amsterdam como “familia en misión” del Camino Neocatecumenal. Junto a otra familia española, dos italianas, una croata y un sacerdote, el padre Darek, conforman una missio ad gentes, enviados por el obispo a zonas descristianizadas. Tomás y Loreto han contado a la revista Ecclesia el origen de su vocación.

Los dos son licenciados en Bellas Artes y pertenecían a la misma comunidad neocatecumenal. Siendo muy jóvenes, con 23 años, se casaron sin miedo al futuro, y han experimentado que Dios no les ha abandonado y que nunca les ha faltado nada de lo esencial. Como explica Tomás, “Dios no te manda a una vida de kamikaze sin estar contigo”. En un momento dado, cuando ambos tenían trabajo y ya dos hijos, surgió la posibilidad de la misión.

Participaron en una convivencia junto con otras 500 familias de todo el mundo, y estaban abiertos a ir a cualquier parte. En este modelo de misión son los obispos los que piden familias y ellas se ponen a su disposición. Así que en octubre de 2016 llegaron con sus dos hijos a Holanda. Loreto reconoce que en Valencia lo tenían todo: familia, amigos, trabajos, comunidad… Pero en aquel momento dijeron: “donde el Señor nos quiera, cuando nos quiera”.

Cuando llegaron a su destino, el sacerdote de la misión y las otras familias ya instaladas en la zona les ayudaron con los papeles y la búsqueda de una casa. Tomás empezó a buscar trabajo, aunque era complicado al desconocer la lengua. Empezó pelando cebolletas, después cargando camiones en un almacén de flores y finalmente como guía turístico hasta el estallido de la pandemia. En seguida tuvieron claro que el primer gesto de amor era aprender la lengua.

En la misión se trata de vivir la dinámica del amor, tener las puertas abiertas. Reconocen sus muchas debilidades: por ejemplo, que discuten mucho, pero existe el perdón, que es lo que mucha gente no conoce, y cuando lo ve, se queda sorprendida. “Nuestra misión, explica Tomás, no consiste en engrosar la lista de los católicos, sino escuchar a las personas y acompañarlas en su día a día”. En medio de las dificultades lo que les sostiene es la fe verificada en su propia historia: “vemos como el Señor ha estado con nosotros en nuestra biografía, en los problemas, en las alegrías…”. Así evangelizan cada día con su presencia, con su ser familia, y evidentemente anunciando la Buena Nueva. Y personas alejadas o no católicas, que nunca entrarían a un templo, se acercan a estas familias y conocen la Iglesia.

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