En 'El Espejo'

Víctor Gª Ruiz: “La vida de J. H. Newman es la crónica de un amor a la Verdad”

El catedrático de Literatura de la UNAV nos acerca en 'El Espejo' la figura del cardenal, que será canonizado próximamente.

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Víctor Gª Ruiz: “La vida de J. H. Newman es la crónica de un amor a la Verdad”

Natxo de Gamón

Publicado el - Actualizado

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Víctor García Ruiz es catedrático de Literatura Española en la Universidad de Navarra, y ha editado y traducido al castellano diversas obras del cardenal Newman, además de haber escrito libros de corte biográfico sobre él, como John Henry Newman: el viaje al Mediterráneo de 1833, editado por Ediciones Encuentro.

García Ruiz ha destacado el lento proceso de conversión del entonces clérigo anglicano John Henry Newman hacia el catolicismo, una confesión religiosa por la que no sentía especial simpatía. “Esto ocurre de una manera compleja, sinuosa, incluso”.

Poco a poco, Newman se fue dando cuenta de que la fe que él amaba y vivía sólo podía estar adecuadamente sostenida en el catolicismo, pero para que eso sucediera, tuvo que pasar mucho tiempo. “Él provenía de un medio religioso un poco indeferente, hasta que en su adolescencia tuvo una primera conversión, que fue a la fe calvinista. Una conversión que le llevó a descubrir la primacía de Dios y que es la base de todo su desarrollo posterior”, señala el profesor.

Otro hito en su proceso de conversión sucede en Oxford. “Para él es clave el ambiente de su college, el Oriel College de Oxford, donde se encuentra que sus primeros mentores son clérigos de tendencia liberal, que le acogen y le toman bajo su protección intelectual. Pero llega un momento en el que tiene como una segunda conversión, que tiene dos aspectos: por un lado, el intelectual, y por otro, el moral”, explica García Ruiz.

Por un lado, Newman se percata de que el liberalismo “lleva a la primacía de la razón, del hombre y de una cierta mundanidad, y por otro, del lado intelectual, él se da cuenta de que aunque todos sus colegas liberales son gente creyente y protestantes sinceros, el liberalismo intelectual desemboca en el escepticismo, es decir, en el ateísmo, y se aproxima a otros compañeros que eran de la llamada Iglesia altaotro sector del anglicanismo que tenían otra concepción de las cosas”, apunta el profesor.

Newman comienza a leer a los Padres de la Iglesia, descubre la Iglesia como una realidad invisible, descubre la autoridad apostólica. Se empieza a dar cuenta de que el cristianismo es algo que entronca directamente con Jesucristo a través de una Tradición y de una Iglesia que es visible y también invisible pero muy real”, afirma García Ruiz, que señala como “Newman empieza a hacer una Historia de las herejías, y empieza a hacer, sin darse cuenta, una Historia de la Doctrina Cristiana. Al principio, cree que lo importante es la antigüedad, y al final se da cuenta de que el criterio que le pone a las puertas de la Iglesia católica es la catolicidad. Se percata de que realmente la única Iglesia católica es la Iglesia romana, de la que hasta entonces, como buen protestante, había tenido una opinión bastante negativa”.

Newman era consciente de que la conversión no es sólo una cuestión intelectual, es de toda la persona. “Él es muy consciente de que con su conversión, perdía todo lo que humanamente amaba: sus amigos, Oxford, donde pensaba vivir y morir como profesor... pero se dio cuenta de que debía renunciar a todo ello por algo más alto, más valioso, que es la Verdad”, sentencia el profesor.

El pensamiento de Newman no ha perdido su frescura a pesar del tiempo. “Cuando fue a recibir el capelo cardenalicio, hizo un resumen de toda su vida, que consistió en oponerse al liberalismo en la religión, a la idea de que el hombre puede escoger su religión y no reconocer la primacía de Dios. En segundo lugar, la conciencia. Para él, es una presencia interior de Dios en el hombre. Es como la voz de Dios dentro de mí. Y luego la Iglesia como realidad invisible, real pero misteriosa”, explica el profesor de la UNAV.

Víctor García Ruiz concluye afirmando que John Henry Newman tuvo muchos amigos, con los que guardó una extensa relación epistolar, con miles de cartas que se conservan, que están editadas y que son "un tesoro".

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