Lee aquí el editorial completo de Cristina López Schlichting
Así fue y así os lo contamos en COPE desde Paseo de Gracia hace un año. A partir de aquel día terrible y doloroso del 1 de octubre se sucedieron los acontecimientos: declaración unilateral de independencia, suspensión de la autonomía por el 155, fuga de Puigdemont a Bélgica y todas las actuaciones autonómicas pilotadas por el estado hasta que se celebraron elecciones democráticas, que ganó Inés Arrimadas.
Pero el pulso que Mariano Rajoy le planteó al independentismo tuvo perdedores también de este lado. El nacionalismo catalán se vengó. Aliado con Pedro Sánchez y Podemos derribó al presidente del PP del Gobierno. Desde que el PSOE está en el poder se han ido deshaciendo, una a una, las medidas tomadas para restablecer la democracia en Cataluña. Han vuelto a abrir las embajadas separatistas, se han retirado los recursos de inconstitucionalidad, los dirigentes rebeldes encarcelados han sido llevados a Cataluña y son objeto de homenajes y veneración fanática y los mossos d’esquadra acaban de recibir la asignación de una partida de 700 millones de euros por parte del estado, cuando siguen teniendo dentro un grave problema de deslealtad.
De nuevo se ahonda la brecha entre constitucionalistas e independentistas en Cataluña, con graves consecuencias para la convivencia cotidiana, como las que se vivieron ayer en Barcelona, cuando las juventudes de la CUP atacaron a los policías y guardias civiles reunidos en la ciudad para recordar el 1 de Octubre y pedir la equiparación salarial. “Vamos a arrancaros la cabeza” hemos tenido que escuchar en los vídeos que tenéis colgados en la página web de Cope, donde se ve cómo los macarras independentistas lanzan objetos y pegan a los miembros y cuerpos de seguridad del estado que aguantaron el chaparrón con una serenidad y un estoicismo asombrosos. Tíos de dos metros acosados por pelanas violentos apretaron los puños y se dejaron pegar. Los mossos cargaron contra los agresores, esta vez sí, y el resultado de la broma son 24 heridos y seis detenidos.
Tenemos con nosotros a un Guardia Civil que ha vivido la reciente historia de Cataluña en su propia piel, un hombre que fue destinado el 1 de Octubre a Barcelona para detener el intento de golpe de Estado, que vivió en el famoso barco de los Piolines y se enfrentó al desafío anti democrático.