Schlichting: "¿Si tenemos un hijo gay o una hija lesbiana tienen que votar lo que diga el lobby LGTBI?"

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Muy buenos días España, un calor importante, un calor de esos que llevan a mi gitano a lucir guayabera con pañuelo a la solapa, que este atuendo hispanoamericano sería bastante más inteligente para la etiqueta social de verano de los caballeros que las pesadas chaquetas, por muy de lino o de lana fría que sean. 34 grados va a hacer hoy en Sevilla pero, fijáos, en Lérida frisarán los cuarenta y en Zaragoza los 37, lo mismo que en Palma de Mallorca, donde está Carmen Lomana que me confirma que se está asando lentamente. Menos mal, menos mal que se desatarán tormentas por toda la mitad norte de España, hasta el Pirineo, y eso aliviará un poco, espero, la cuenca del Mediterráneo.

Calor también en el Orgullo de Madrid, la fiesta por la igualdad de los hombres y mujeres homosexuales. El viernes comí con una misionera mallorquina que trabaja en el Congo en condiciones extremas con los más pobres y, cuando cruzaba la calle de Alcalá, esta chica de cuarenta y pocos, con su hábito beige y su toca, tuvo que escuchar las imprecaciones de un hombretón que le hizo burla, mientras le enseñaba uno de los abanicos con los colores del arco iris: “Lo coges”, dijo el tipo, y “te subes a la carroza”. La chica lo miró perpleja, en silencio.

La fiesta del orgullo gay nació para reivindicar a muchas personas que lo han pasado mal. Los homosexuales, aislados socialmente y señalados han vivido silencios dolorosos y persecución. Han llorado a escondidas y vivido en la sombra. Por eso la fiesta del Orgullo es un espacio que puede procurar justicia y libertad, ternura hacia los que son diferentes. Puede enseñarnos diversidad y tolerancia real. Y por eso es tan absurdo e incongruente que se haga excluyente y agresiva.

Cuento lo de la monjita, pero también lo que ayer pasó con el partido Ciudadanos, que fue hostigado durante dos horas en la cabalgata, hasta que su dirigente Inés Arrimadas tuvo que salir escoltada. Los manifestantes increpaban al partido naranja por haber negociado con VOX algunas de las alcaldías y autonomías tras las últimas elecciones. Ni PP ni Ciudadanos fueron invitados a tener carroza en el desfile, por esa razón, pancartas del tenor: “A vosotros sí que se os ve el plumero” o “Arrimadas ni te arrimes”. El abucheo fue creciendo hasta hacerse atronador. Con Arriadas caminaban Ignacio Aguado, candidato a la Comunidad de Madrid y Marcos de Quinto, que fueron isultados bárbaramente y a los que se arrojaron latas y chorros de agua hasta que se protegieron con paraguas. Los militantes de Cs estuvieron dos horas atrapados entre la cuesta de Moyano y el Museo del Prado sin presencia policial y, fianlemente, varias agentes los sacaron de entre el gentío al ver que estaban en epligro.

¿Esto es la fiesta del Orgullo? ¿De verdad quieren esto sus dirigentes? ¿Qué el colectivo LGTBI proporcione carnets de limpieza política e idoneidad social? Lo digo porque era eso, la exclusión social, lo que se denunció en el origen de estas manifestaciones.

Va a resultar ahora que, si tenemos un hijo gay o una hija lesbiana, van a tener que votar a lo que digan los jefes. Al partido socialista o a Podemos. O van a tener que abandonar su fe o avergonzarse de los misioneros que por todo el mundo ayudan a los demás.

Creo que la ideología de género está empezando a confundirse con la libertad. Y que corremos el peligro de que los únicos cambios sean la sustitución de la homofobia por otra tiranía y otro odio.

Existe una corriente en el colectivo gay que ha desarrollado una interesante propuesta llamada el “Orgullo crítico”. Se distancia de la reducción a baile y borrachera de la fiesta, y denuncia el acaparamiento que se está haciendo del Orgullo por parte de salas de fiestas, discotecas y negocios interesados sólo en forrarse y que a veces ni siquiera protegen los derechos de los homosexuales en su día a día. También denuncia el “Orgullo Crítico” el intento de hacer de la manifestación un ariete ideológico al servicio de la izquierda, como si no hubiese gays o lesbianas en el resto de los partidos.

No se entiende además que el Orgullo critique a la derecha cuando el PSOE ha logrado la mesa del parlamento de Navarra o la comunidad autónoma con la ayuda de Bildu ¿hay mayor dictadura que la de los hijos del terrorismo?

El Orgullo sirve para visibilizar a los que estaban escondidos y hacernos comprender que el ser humano es irreductiblemente plural, diverso, multiforme. Que la realidad excede nuestros pobres esquemas. Pero esto, lo que pasó ayer, es una vergüenza y un paso atrás.

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