Schlichting, tras el atropello de Madrid: "El abrazo de las madres llenó el silencio que María merecía"

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TORMENTA BLAS

Este sábado día 6 de noviembre es especialmente frío, con temperaturas entre cinco y diez grados por debajo de lo normal en esta época, heladas generalizadas y nieves en las montañas del norte. Las islas Baleares y la costa mediterránea estarán bajo los efectos de una borrasca llamada Blas, como el de barrio Sésamo. Es la primera con nombre de esta temporada, por ser la primera con entidad, y podría provocar olas de 14 metros y vientos de más de cien kilómetros hora en el archipiélago.

Y hay cosas amigos, cosas bajo el sol que te dejan sin discurso. Cosas, también, que una desea que no le dejen indiferente, que le pillen con el corazón despierto. Porque no son normales, porque interrumpen el hilo mecánico que le podemos a la vida para funcionar desde el alba hasta la noche.

DESOLACIÓN EN MIRASIERRA

Todos los padres hemos vivido el follón de la recogida de críos en las puertas de los colegios, es casi inevitable. Colas con los coches, atascos en la calle, niños y niñas que pasan entre los vehículos. Desde ayer estamos de luto por esa niña, María, que fue atropellada por una mamá que recogía a sus propios hijos y que perdió el control del coche a las puertas del colegio Montealto de Fomento, en el madrileño barrio de Mirasierra. María ha muerto, ya lo sabéis, y otras dos niñas, de diez y doce años, afectadas en el mismo accidente, están en los hospitales. La una tiene traumatismo craneoencefálico, la otra, traumatismo abdominal grave.

Se ha desatado un debate social sobre si debieran prohibirse los coches en las inmediaciones de los centros, y es justo. Pero qué rápido pasamos de lo mollar a lo organizativo. De lo que ha ocurrido, frente a lo que no tenemos respuesta, a lo que podemos manejar. Cifras, leyes, normativas. Como si pudiésemos controlar lo que tantas veces es incontrolable. Nos quedamos tan estupefactos por la muerte de una criaturita de seis años que casi tenemos que apartar la mirada. Enfrascarnos en otra cosa que impida el gran silencio, ese silencio lleno de preguntas.

No hay nada peor que la muerte de un hijo. Una prefiere morir que experimentar ese mal. Porque no sólo te abre una herida sin límites, es que te la abre para siempre. Mis dos abuelas perdieron sendos hijos de veinte años. Y nunca se quitaron el luto del corazón. Las fotos de Adolfo y de Heinz nos acompañaron siempre, en las dos casas de las abuelas. Y yo llevo hoy una medalla de la Virgen del Pilar bajo la que una de ellas llevó siempre en el pecho la foto de su hijo.

Ese destino le espera a la madre de María, madre también de otros cinco hijos. Lo que esta mañana ha llenado mi silencio ha sido la noticia de que ella estaba delante cuando su hija sufrió el accidente, que se tumbó al lado de su Mariquilla y que tuvo tiempo de abrazarla y decirle lo mucho que la quería.

Después, se levantó, y lo primero que hizo fue dirigirse a la otra madre, la mujer que la había atropellado y fundirse en un abrazo.

No hay palabras para expresar esto.

Ese abrazo era el único espacio posible para el silencio que María merecía. Dos almas unidas en una tragedia que las suspende frente al vacío y las ancla en la certeza del amor.

ENTORNOS SEGUROS Y MEJORA DE LA SEGURIDAD VIAL

Está bien que ayer hubiese una concentración de una organización de izquierdas para reivindicar entornos seguros en los colegios. También que el Ayuntamiento de la capital se comprometiese a estudiar la mejora de la seguridad vial en torno a 190 centros educativos, para evitar en la medida de lo posible que esto vuelva a suceder. Está estupendo que el presupuesto anual con este fin aumente de los seis millones de euros a los 6,7, para señalizar mejor los límites de velocidad, poner más resaltos y ampliar las aceras.

Está muy bien todo, pero no sirve de nada. Porque Mariquilla ha muerto y su madre y su padre están en silencio. Porque la otra madre, la conductora, nunca olvidará. Porque hay dos niñas en el hospital y otras dos familias en vilo. Porque los hermanos y hermanas de todos ellos crecerán con esta pregunta.

UN ABRAZO LLENO DE SIGNIFICADO

Sólo ese abrazo primero de la madre de Mariquilla a su hija que moría… sólo ese abrazo hermano, concatenado con el de la muerte, a la madre causante de la desgracia, establece una novedad en mitad del discurso técnico y político. Que repito que es bueno.

Porque es el extraño mecanismo del perdón y el perdón no es de este mundo. Nace de un corazón doliente que decide inclinarse hacia el amor en lugar de al abismo del odio o la indiferencia. Un gesto de libertad que abre un camino de vuelta desde el silencio. Un gesto que vence a la nada. Un extraño camino de esperanza. Gracias.

Gracias la madre de Mariquilla por darlo, por dar ese abrazo. Gracias a la otra madre por recibirlo. La muerte ha sembrado estas tres vidas. Pero no tiene la última palabra.

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