Las pequeñas heridas emocionales de niños pueden convertirse en grandes traumas siendo adultos

Marian Rojas explica en Fin de Semana con Cristina cómo funciona este eco, en qué casos nos lo encontramos y cómo podemos solucionarlo

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Las pequeñas heridas emocionales de niños pueden convertirse en grandes traumas siendo adultos

Cristina L. SchlichtingRedacción Fin de Semana

Publicado el - Actualizado

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La infancia es el momento de las sonrisas, pero también dolores que pueden durar toda la vida. Marian Rojas lo dice en su libro 'Cómo hacer que te pasen cosas buenas'. Y cada vez, esto se conoce más, “esa gestión emocional que hemos tenido de niños, esa que nos han enseñado, va a tener impacto en la edad adulta”.

Hay heridas, muchas están escritas, “pero yo te las voy a resumir en 5: los chicos que se han quedado abandonados, gente a la que no han aliviado en los momentos malos. Son personas que acostumbran a su cerebro a pensar que no hay nadie que les ayude cuando sufren” explica la psiquiatra.

“Cuando un padre no acude a los llantos de los niños, el pequeño puede aprender que no se merece que vengan a ayudarlo”. Marian Rojas pone como ejemplo un experimento que se hizo con una madre que dejaba a su hijo solo en una habitación y se vio que en la edad adulta tenían picos de cortisol. “No pasa con todo el mundo, no hay que alarmarse, pero hay que tener cuidado”.

“Desemboca en personas narcisistas, o que tienen dificultades emocionales, muchas veces han creado una coraza a su alrededor” apunta la psiquiatra. “Se acaba estirando a todos los ámbitos de su vida. Si cubres las necesidades, le sobreproteges. Si no haces nada, lo que tienes es una persona que nunca va a conectar con su mundo emocional”.

Para los que se reconozcan en esta descripción, ¿qué pueden hacer?: “Hay que aceptar que esa herida existe y que forma parte de nosotros mismos. Hay que hacerlo como diagnóstico. Lo segundo es darte cuenta de que cuando tienes una herida, le echas la culpa a los demás. Luego hay que pensar que tienes todo el derecho del mundo a enfadarte con esa persona y que te tienes que distanciar” continúa Marian. “La última fase es perdonar” finaliza. “Pero siempre ser consciente de cómo nos afecta esa herida en nuestra vida”.

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