'Crónicas perplejas': "La inteligencia artificial cree saberlo todo, pero más sabemos nosotros mismos con la experiencia de la vida"

En esta sección de 'Herrera en COPE', Antonio Agredano mezcla lo “cotidiano y exótico” con una particular visión de las cosas de la vida capaz de equiparar con lo más sorprendente en sus 'Crónicas perplejas'.

Como desconfío de la inteligencia propia, me costó confiar en la inteligencia artificial. Sobre todo por la contradicción que me supone hablar de inteligencia, que es un prodigio humano, esa capacidad que tenemos de entender el entorno, de hacerlo nuestro, de darle sentido a las cosas, y regalárselo a las máquinas. A los ordenadores, a los móviles, a esos fríos electrodomésticos que están ocupando demasiado espacio en nuestras vidas.

Según la tradición, Ned Ludd era un joven tejedor que, a principios del siglo XIX, y en un acto de furia, destruyó un telar mecánico como respuesta a la amenaza que representaba la maquinaria para sus empleos. Su nombre se convirtió en un símbolo para los artesanos que lideraron ataques contra fábricas y máquinas en protesta por la automatización industrial y la pérdida de derechos laborales. Ludd encarnó la resistencia al progreso tecnológico cuando amenaza las condiciones de vida de los trabajadores.

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Yo no soy un ludita, y no quiero parecer un antiguo, pero sí creo que el ser humano debe emprender un camino de regreso, al menos, en su ocio y en su modo de vida. Recuperar la pausa, recuperar su tiempo, y usar menos esas redes sociales llenas de impactos, de vídeos que se olvidan rápido, de opiniones anónimas y de ruido.

Hay en una buena librería bastante más verdad que en todo Tiktok. Hay en una buena película más belleza que en mil cuentas de Instagram. La inteligencia artificial cree saberlo todo, pero más saben nuestros abuelos, nuestros padres y nosotros mismos con la experiencia de la vida, con la emoción y con la intuición. Con nuestra capacidad de asombro y nuestra curiosidad por todo.

Quizá soy un nostálgico, quizá pasó mi tiempo, pero debe haber un equilibrio entre el progreso y la esencia. Entre el futuro y el pasado. Entre lo que somos y lo que queremos ser. Hay tardes en las que no miro el móvil. Y siento alivio, una pequeña rebeldía y un retorno a lo que somos: carne, emoción y dudas.

Las 'Crónicas perplejas' de la semana de Antonio Agredano

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