'Crónicas perplejas': "A mis hijos les encanta escuchar música en la calle"
Habla Antonio Agredano de espectáculos callejeros

Habla Antonio Agredano en sus 'Crónicas perplejas' en 'Herrera en COPE' de espectáculos callejeros
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En esta sección de 'Herrera en COPE', Antonio Agredano mezcla lo “cotidiano y exótico” con una particular visión de las cosas de la vida capaz de equiparar con lo más sorprendente en sus 'Crónicas perplejas'.
Un día a un amigo y a mí nos dio por sentarnos en un banco con la guitarra y tirar la funda enfrente por si algo caía. Y no cayó nada. A la media hora de cantar nos aburrimos y nos fuimos. Solo nos llevamos a casa un puñado de miradas desinteresadas y alguna cara extraña. Pensé aquel día, siendo yo un crío, que debe ser duro exponerse así a la observación y al juicio de la calle.
Romantizamos el arrojo de muchos artistas callejeros, los aplausos, las monedillas chocando a sus pies, el talento en ese escaparate que es el mundo. Pero luego uno crece y se da cuenta de lo difícil y complejo que es vivir así, de lo exigente que es el día a día, de cuántas horas hay que echar para tirar hacia delante.
Que con el talento no siempre vale. También hay que tener suerte, gestionar bien nuestras capacidades, confiar en los demás y en nosotros mismos, dar los pasos adecuados, transitar los caminos correctos. Trabajar a diario. Y que sólo así, algún día, sonará la campana. Con paciencia, con resignación, pero de forma infatigable.
A mis hijos les encanta escuchar música en la calle. Se paran delante. Violines, cantautores, percusionistas. Todo les va. Son un público entregado, mis niños. Los músicos les guiñan, les sonríen, y a mis pequeños les gusta. Se sienten parte del espectáculo. Luego me piden monedas y yo al principio era reacio. Pero su insistencia me conmovió. “Es como pagar una entrada en el teatro”, les dije entonces, “pero aquí en la calle, que es como un teatro sin puertas”.
Desde entonces, cuando acaba la canción, me dicen “papá, el dinero de la entrada”. Y allí depositan su euro con cierta ceremonia. Creyéndose adultos. Ante la mirada amable de los artistas.
Porque la música, la creación, el talento, está en todas partes. También dentro de nuestras rutinas. Y así, en mitad de la calle, un día nos atraviesa una voz y una canción. Y gracias a ellos, nos sentimos las personas más afortunadas del mundo.
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