'Crónicas Perplejas': "A los infieles les deseo suerte. A los fieles les deseo paciencia"

Habla Antonio Agredano de la infidelidad, esa sombra que acecha y destruye cualquier relación y matrimonio

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'Crónicas Perplejas': "A los infieles les deseo suerte. A los fieles les deseo paciencia"

Redacción Herrera en COPE

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«La pareja es un estado, no una frontera», es lo que le digo a mis amigos cuando sucumben a los amores ajenos y se confiesan frente a una copa de vino. No soy un instigador de las traiciones, no soy un frívolo, pero mucho menos soy un censor. Lo mejor que uno puede hacer con su Pepito Grillo particular es estamparlo contra el suelo con una zapatilla. La vida es corta, la culpa es pesada, he ahí la balanza de toda infidelidad. Yo entiendo que es irrenunciable la pasión, aunque las consecuencias a veces sean terribles. Que cada cual se haga cargo de sus escombros. Si somos adultos para el placer, somos adultos para sus derribos.

«Es mejor ser infiel que ser fiel sin querer serlo». No lo digo yo, lo dijo Brigitte Bardot. Y tiene algo de razón. La renuncia, a veces, es más impúdica que el arrebato de la carne. Algo así pensaría Íñigo cuando, en vísperas de su boda, besó a una chica que, desde luego, no era la que llevaba el anillo de compromiso. Lo peor no es que te pillen poniendo los cuernos, lo peor es tratar de explicarlo. «No es lo que parece», suelen decir los infieles cazados en plena faena. Y tienen razón. Porque, habitualmente, lo que parece es mucho menos importante de lo que es en realidad.

Me explico: Parece un refregón en la cama. El deseo burdo sin más. Algo vulgar. Pero suele esconder mucho más: Amores nuevos que han sustituido los amores antiguos. El hartazgo. El entusiasmo de las primeras veces. Coqueterías casi olvidadas. La vida es una arquitectura que nunca se da por terminada.

A los infieles les deseo suerte. A los fieles les deseo paciencia. En el adulterio todos pierden algo, menos Intissimi. Intimissimi siempre gana. Ay, si los hoteles y los asientos traseros de los coches hablaran. Como adolescentes en el parque de atracciones, todos amamos el vértigo de la caída. Quizá la infidelidad solo sea la democratización del deseo, el derecho a que el corazón no se detenga nunca. Tamara, amiga, date cuenta, da gracias a los cuernos y a la vida, porque menuda joya te has quitado de encima.

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