'Crónicas perplejas': "¿Qué es ser buena gente? ¿A qué se refieren?"

Habla Antonio Agredano de las preguntas profundas que se hacen las personas sobre la vida

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'Crónicas perplejas': "¿Qué es ser buena gente? ¿A qué se refieren?"

Antonio Agredano

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En esta sección de ‘Herrera en COPE’, Antonio Agredano mezcla lo “cotidiano y exótico” con una particular visión de las cosas de la vida capaz de equiparar con lo más sorprendente en sus "Crónicas perplejas".

Hay personas que se hacen preguntas profundas. Hay personas que dicen: ¿Quiénes somos? ¿Qué hacemos aquí? ¿Qué nos espera tras la muerte? ¿Por qué el ser y no la nada? ¿Qué sentido tiene el dolor?

Hay personas que se tumban en el sofá y el universo se les cae encima. Por cierto, ¿cuántas veces os ha pasado eso de estar tumbado en la cama mirando el Instagram y se os resbala el móvil y os pega en la cara? ¿Hay un golpe más ridículo que ese? Que yo tengo un Iphone con más cámaras que la casa de Gran Hermano. Eso pesa un montón. Eso es un meco de Mike Tyson.

En fin. A lo que iba. A mí, esas preguntas que decía antes, no me afectan. La vida es la que es y ya está. Yo me quedo con la cotidianidad y con la metafísica me pasa como con los yogures de coco, que los voy dejando para el final.

Pero sí que tengo una pregunta para la que jamás he tenido respuesta.

Mi gran duda existencial es la siguiente: ¿Qué es ser buena gente? ¿A qué se refieren? Porque a mí me dice un amigo que me va a presentar a una chica y le pregunto: «¿Cómo es?» y me dice: «Es muy buena gente» y yo, como es obvio, no reservo en un sushi caro. Me voy a un kebab. Aquello no va a funcionar.

Mi teoría es que se dice de alguien que es «buena gente» cuando no tienes absolutamente nada que decir de él. Alguien que no es ni guapo ni feo, ni muy listo ni muy tonto, ni un vago ni demasiado trabajador, ni alto ni bajo, ni simpático ni malaje.

No tienes nada que decir positivo, pero tampoco negativo. Ser buena gente es como uno de esos niveles que usan los albañiles. Se queda la bolita en la mitad. Ser buena gente es como el queso fresco, que llena pero no sabe a nada.

Decir que alguien es «buena gente» es decir, prácticamente, que es humano. Que no ha cometido delitos. Que respira. Que camina. Que habla un poco. No se mete en charcos. Es buena gente. A mí me aterraría escuchar de mí que soy buena gente.

Es como cuando les cocinaba a las chicas que me gustaban y me decían: «Está bueno». A ver. ¿No está delicioso? ¿No está riquísimo? ¿No es un manjar? Está bueno qué es.

Prefiero ser un desastre y un insoportable que buena gente. Dicho quede.

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