Luis del Val: "Los egoístas niños secesionistas jugaron a votar"
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En la portada de ABC, unos niños ya mayores, algunos talluditos y con barba, juegan a votar. Los niños suelen jugar con los asuntos más importantes, por ejemplo, a policías y ladrones. Me contó un día Chumi Chúmez, el gran maestro del humor negro gráfico, que él, de niño, en San Sebastián, durante la guerra, con sus amigos de la calle jugaba a fusilarse. Tenía 9 años cuando comenzó la Guerra Civil y, como en la película italiana, “La vida es bella”, de Roberto Benigni, los ojos de un niño lo transforman todo en juego.
Lo malo de estos niños tan mayores y crecidos, que aparecen en la portada de ABC, es que se comportan como si fueran esos niños malcriados, egoístas, tiranuelos y odiosos, que siempre están pidiendo un juguete más y, cuando se lo dan, no pasa mucho tiempo sin que lo tiren de nuevo al suelo, ese tipo de niño que te puede tocar en un vagón de tren. Y en el tren de España, desde hace años, viajamos con estos niños impertinentes y caprichosos, que, además, se creen que su calle es la más importante del barrio.
Los egoístas niños secesionistas jugaron a votar, acción que por vivir en un Estado democrático de Derecho, pueden hacer con todas las garantías, nada que ver con la patochada fraudulenta que llevaron a cabo hace dos años, y de la que se inventaron el mandato de que debían declarar la independencia.
Y, al ver a estos niños tan mayores jugar con las urnas, me ha suscitado una cierta indignación por frivolizar con algo que en Venezuela, en varios países de África, en Cuba o en Corea del Norte, es imposible llevar a cabo, y no sólo eso, sino porque muchas personas, luchando por conseguir algo que ellos toman como un juego, hay cientos de ellas en las cárceles y otras que ya no son personas, porque las convirtieron en cadáveres.
Y, cuando en momentos como éstos, el hastío te rebasa, y compruebas que la corrupción y la manipulación subsisten, y que cada partido político está convencido de que lo que es bueno para su partido es bueno para España, es decir, cuando ya estás a punto de quedarte en casa y que voten los santos padres de los candidatos, amigos y familiares, entonces, te acuerdas de esas personas, y de una generación, como la de Chumy Chúmez, que jugaba a fusilarse, cuando a pocos metros de dónde ellos jugaban se fusilaba de verdad. Así que iré a votar. Y votaré a aquél partido que me demuestre, o me garantice, que a estos niños tan mayores, no les van a alimentar con más concesiones, con más regalías, con más privilegios, y que aplicarán ese método que la generación de Chumi y la mía vemos que se aplicaba en clase y en el seno de la familia. Era un procedimiento que hoy parecen repeler muchos pedagogos, pero que quitaba con rapidez la tontería. Y no parece que la didáctica fuera mala, porque fuimos dos generaciones que ayudamos a que vinieran las urnas de verdad, sin ninguna violencia. Y no era un juego. Y no debemos tolerar que se juegue con asuntos tan serios.