Del Val: "Hasta la madre de la novia"

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Luis del Val

Publicado el - Actualizado

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En el pueblo de mi tía Pascualina, cuando alguien expresa una opinión en la que todo el mundo, sin excepción, está de acuerdo se suele decir: “Hasta la madre de la novia”. Y eso significa que ya no cabe insistir en el asunto, porque no sólo los que están reunidos, sino todos los que viven en el pueblo, no tendrían nada que objetar.

En plena adolescencia le pregunté a mi tía cuál era el origen del dicho, y me narró la siguiente historia: “Había en el pueblo una familia compuesta por tres hermanas y dos hermanos, todos ya casados, excepto la hija menor, que estaba preparando la boda con un forastero del pueblo de al lado. La chica no tenía buena fama y sobre ella caían toda clase de rumores: que si se perdía en las eras, que si abandonaba el baile y volvía despeinada, que si tomaba el tren correo y se acercaba a Calatayud para verse con uno que no era el novio… en fin, ese tipo de habladurías tan del gusto de las localidades pequeñas. Pero la madre de la novia la defendía, y aunque reconocía que era una chica rebelde y que le había proporcionado algún disgusto, garantizaba su honestidad.

Una noche, en víspera de la fiesta patronal, acabado el baile, alguien propuso ir a ver la carroza que estaba guardada, precisamente en casa de esta familia. Uno de los hermanos estaba allí, y le convencieron de que les dejara ver la carroza. El hermano puso la condición de que no se enterara su padre, ya mayor, ni su madre, y que nadie hiciera ruido. Se le prometió, y una veintena de personas -mujeres y hombres, matrimonios y parejas de novios- se dirigieron a la puerta de la nave donde estaba la carroza. El hermano de la novia fue a por la llave, pidió silencio, y volvió al cabo de poco. Metió la llave, todos callados, dio una vuelta, y empujó el portón. Al abrirse, entró la luz de la farola y se vio a la hermana y a un hombre semidesnudos, de pie, apoyados en los varales de la carroza, llevando a cabo los ejercicios gimnásticos que han permitido la perpetuación de la especie, y que interrumpieron al verse sorprendidos.

Al día siguiente, el hermano habló con su madre, y la madre se enfrentó al problema reconociendo que su hija era una… y pronunciaba una palabra de cuatro letras, y envió a la niña a Zaragoza con unos parientes, después de haberse roto la boda. Desde entonces, cual algo es tan evidente como compartido, se dice lo de “hasta la madre de la novia”.

Ayer, al acabar el día, pudimos comprobar que el Gobierno, gracias a su acuerdo con Bildu, había logrado el más difícil todavía circense, al enfadar, a la vez, a los empresarios, a los sindicatos y a Bruselas. Como diría el Herrera, hay que tener mucho arte para eso. Pero lo que me hizo recordar lo de “Hasta la madre de la novia” ha sido esta mañana, al comprobar la reacción de un medio de comunicación hasta ayer justificador de cualquier fallo del Gobierno. Porque una cosa es publicar artículos contra el capitalismo explotador, y, otra, apoyar esta terrible deriva que puede dejar en la ruina incluso a los accionistas de un periódico.

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