Luis del Val: "El presidente de Colombia debería dejar la demagogia y no hablar de yugos españoles"

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Luis del Val

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Ayer me quedé estupefacto, cuando Pedro I, El Mentiroso, al referirse a la exigencia de la Unión Europea de una lucha efectiva mayor contra la corrupción, él, que había rebajado y manoseado el Código Penal para borrar la sedición y rebajar los delitos de corrupción por orden de los totalitarios secesionistas de Cataluña, no mostró ninguna contrariedad y, con ese desparpajo que le caracteriza, aseguró que España ya tenía los deberes hechos.

Los deberes los están haciendo en Estados Unidos, donde el delito de sedición no ha sido borrado por capricho de unos sediciosos, y ya hay mil condenados por el intento de golpe de Estado civil de Donald Trump, los últimos condenados a más de treinta años. Aquí los deberes habrá que calificarlos con un suspenso y volver a reformar la Ley sobre la corrupción, a petición de Bruselas, para ponerla a la altura de sus exigencias, que ahora aquí son leves, y, por eso, parte del dinero de los fondos europeos -puestos en manos de los totalitarios catalanes- se destina a sufragar embajaditas por todo el planeta.

Eso, para mí, es corrupción. A lo peor para el presidente del Tribunal Constitucional es correcto, porque también le parece correcto que a un ciudadano español, residente en Cataluña, se le niegue que una sentencia redactada en catalán se le traduzca al castellano. Lo del Tribunal Constitucional me parece tan legal como arbitrario e incomprensible al sentido común.

Y lo de Pedro I, El Mentiroso, con los deberes hechos, sobre un propósito europeo que va en dirección contraria de lo que ha hecho, ya no es una mentira y entra en el terreno del cinismo.

Por si faltaba algo, llega el presidente de Colombia y, recordando sus tiempos de guerrillero, se niega a ponerse el chaqué en respeto a las clases modestas. Muy bien. Pero teniendo en cuenta que el salario medio de un colombiano anda por los 400 euros mensuales, el atuendo de la señora del señor presidente, descontando las joyas, sólo el textil y los zapatos, costaba lo que le cuesta a un trabajador colombiano trabajar año y medio. Y no exagero. O sea, que el presidente debería ser coherente, y dejar la demagogia, y no hablar de yugos españoles, cuando Colombia es un estado libre desde hace más de doscientos años. Difícil en un mundo donde nos rodea o bien el cinismo o bien la demagogia.

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