Luis del Val: “El soberbio Sánchez no puede soportar la humillación de ir detrás del Rey”

Habla el profesor de la imagen que está dando la vuelta a España: la de Sánchez andando delante del Rey antes de viajar en el recién estrenado AVE a Murcia

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Luis del Val: “El soberbio Sánchez no puede soportar la humillación de ir detrás del Rey”

Luis del Val

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Luis del Val pone el foco de la imagen del día de "Herrera en COPE" en la imagen de la que todo el mundo habla. El Rey Felipe VI y Pedro Sánchez inauguraban este lunes el AVE a Murcia, pero Sánchez tomó la decisión de que tenía que ir por delante del Rey y sin saludar:

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En la página 10, del diario ABC, aparece una de esas imágenes que explican las emociones y los estados de ánimo mucho más que un largo editorial. A primera vista parece que el presidente del Gobierno se marcha de viaje, y acaba de despedirse del Jefe del Estado, quien, amablemente, le acompaña hasta el pie del vagón. Pero no es así, van a viajar los dos en el mismo tren, y el presidente del Gobierno, con una sonrisa pasa por delante del Rey, y sube el primero, como podría llevar a cabo cualquier patán. El ayudante de campo del Rey, que lleva el abrigo de éste en la mano, a pesar del hieratismo que aconseja el cumplimiento del deber, observa la escena con asombro y perplejidad.

Pedro I, El Mentiroso, es muy listo; su listeza está a la altura de su soberbia, y su soberbia es un motor que le impelió a reconquistar el partido que le había echado, y a construir un frente popular, y a conservar el poder. Pero la soberbia suele producir efectos secundarios, y uno de ellos es que no admite la derrota en ningún terreno. Las derrotas nos enfadan a casi todos, pero el soberbio las considera una ofensa personal, porque si hay alguien en el mundo que pretenda estar por encima de él, una persona que se considera muy superior a los demás no lo soporta, y es esa soberbia la que le impele a convertirse en un maleducado niño mandarín.

Tuvimos un ejemplo preclaro de niño mandarín en Donald Trump. Su derrota electoral le pareció tan ofensiva que animó a que se invadiera el Capitolio. La sentencia del Constitucional -que no ha hecho sino seguir los criterios que ya aportaron los letrados de las Cortes- ha producido tal enrabietamiento en el soberbio, que no puede soportar la humillación de ir detrás del Rey, como establece el protocolo, la cortesía, y la buena educación, comprensible incluso para personas que no han tenido que engañar con una tesis doctoral.

La página 10 del diario ABC me recuerdan a aquel empresario convertido en banquero, o a aquel constructor, metido en política, que se hicieron populares e idolatrados, y que eran muy inteligentes, pero también muy soberbios. Y, cuando la soberbia soprepasa a la inteligencia, convierte al inteligente en un patán. Tal como queda retratado en esta fotografía.

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