Un policía de Jerez va a Picanya a ayudar tras la DANA y los vecinos alucinan por lo que hace en plena calle: "Se le saltaron las lágrimas"
No te pierdas la 'historia del día' de este jueves 28 de noviembre, con María José Navarro
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Afirmar que la Comunidad Valenciana es una tierra de música no es, a estas alturas, descubrir la pólvora precisamente. Lo dicen las cifras oficiales, así que son datos fetén. De norte a sur de la Comunidad Valenciana, existen 545 sociedades musicales en un territorio de 542 municipios. Es decir, hay más bandas que pueblos.
En muchas ciudades, la música forma parte de la vida diaria de la gente. Pasa en Cullera, pasa en Buñol, pasa en Llíria (donde tienen la banda civil más antigua de España) pero es que ocurre en un sinfín de localidades. Y, por si fuera poco, la Comunidad Valenciana cuenta con dos de los certámenes internacionales de mayor prestigio, uno en Valencia capital y otro en Altea.
La música está por todas partes. Vas a un partido de fútbol, y sale una banda. Los chiquillos, casi todos, tocan un instrumento, igual que hicieron sus padres y sus abuelos.
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Estos días ha costado, pero ha vuelto la música a las calles.
Tres militares de Cádiz a las puertas de un colegio que abrió de nuevo el lunes. Cayó un pasodoble, claro.
Bomberos mezclados con voluntarios debajo de un balcón con una anciana asomada. Y enseguida el ruido de los cepillos que hay que seguir quitando lodo.
Han caído hasta versiones, como la del “Bailar pegados” de Sergio Dalma en la voz de un policía local de Jerez de la Frontera.
Hablar de normalidad es complicado, porque quedan muchísimas cosas, demasiadas por resolver tras la DANA en Valencia. Pero ya está la música colándose por los rincones, buscando grietas.
Se cumple un mes de historias diarias sobre Valencia. Y aquí seguiremos. Sin olvidarnos.
Jesús y Roberto, dos amigos que sufren las consecuencias de la DANA, se vuelcan así con el resto de afectados: "Esperanza"
Esta es una historia por encargo y también tiene que ver con la DANA. La quiere contar Jesús Baz, de León, afincado en Valencia, y es la de su amigo Roberto Pradas, empresario de calzado de Paiporta.
Se conocieron hace casi cuatro años, colaborando desinteresadamente con una asociación que se dedica a ayudar a gente sin hogar. Tuvieron una conexión inmediata, una de esas amistades recientes que sabes e intuyes que será para los restos.
Roberto tiene su negocio en Elche, en Caravaca de la Cruz, Valencia y en Paiporta, donde la Dana anegó por completo su nave. A Jesús le sorprendió la determinación de Roberto, decidido a no perder ni un segundo en lo suyo y dedicarse de inmediato a ayudar a los demás. Tanta determinación, que quiere recuperar esa nave para convertirla en un almacén para el futuro de Paiporta.
Y la va a llamar “La nave de la esperanza”.