Herrera a las 8, jueves 4 de octubre

Carlos Herrera analiza la actualidad comenzando por la condena a Rodrigo Rato debido al uso de las "tarjetas black"

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Carlos Herrera analiza la actualidad comenzando por la condena a Rodrigo Rato debido al uso de las "tarjetas black".

Hoy la noticia vuelven a ser las “tarjetas black”, que seguramente damos por hecho que usted sabe lo que es, pero que si me permiten un minuto didáctico le recuerdo en qué consisten. Caja Madrid, lo anterior a Bankia, Caja Madrid en el año 1988, a finales de los 80, cuando estaba presidida por Jaime Terceiro, crea para sus consejeros y para sus directores generales unas tarjetas de representación, como tantas empresas tienen para tantos trabajadores que en un momento determinado tienen que hacer un gasto, pues lo hacen con esa tarjeta, luego lo justifican, que es lo importante, y adiós muy buenas. Y eso entra dentro de la contabilidad de la empresa.

En este caso eran tarjetas que, en realidad, dice la justicia, ocultaban sobresueldos. Es decir, tome usted esta tarjeta y haga gastos y no se preocupe que corre la caja con ello. Hombre, si son gastos de representación, ha ido a esta comida o ha ido a tal sitio podría entenderse, pero alguno de esos consejeros utilizaba esa tarjeta para gastos a todo lo que da. Desde ropa interior femenina a fines de semana o comuniones del niño o de la niña. No todos los consejeros, hay que decirlo. Alguno de los 87 que pasaron por ahí no hicieron ningún gasto. Y otros, una vez desentrañado el escándalo, devolvieron el dinero.

Digamos que no les ha servido de demasiado ante la justicia. ¿Esto tenía que haber sido un caso que se tenía que haber dirigido en ámbitos administrativos? A lo mejor, pero la sensibilidad de la época después del 2007 cambió. Este asunto de las “tarjetas black” en el 2004 hubiera comportado sanciones administrativas de Hacienda a la entidad o a los particulares, pero después del 2007 los criterios cambiaron porque se hundieron las cajas, porque la gente se arruinó, la gente se quedó en paro, las empresas se vinieron abajo porque unos cuantos fueron desahuciados, porque otros perdieron... En fin... Y la sensibilidad estaba flor de piel.

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