Antonio Herraiz: "Los Juegos Olímpicos van mucho más allá de la propia competición"

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Muy buenos días. Desde las seis, te venimos acompañando en Herrera en COPE. Soy Antonio Herraiz y hoy tenemos larga lista de felicitaciones porque el santoral nos chiva que es San Joaquín y Santa Ana, que fueron los padres de la virgen y que la tradición marca que es el día de los abuelos. Con el descenso de las temperaturas no te confíes, porque va a seguir siendo intenso en el centro.

Ha llegado el gran día de la que es sin duda la cita del deporte que más repercusión tiene en todo el mundo. No solo en lo deportivo, porque unos Juegos Olímpicos van mucho más allá de la propia competición. Hay intereses económicos, geopolíticos, cuestiones sociales y en el caso de esta edición, que comienza oficialmente hoy en París, pues hay que añadir una preocupación especial por la seguridad.

Ahora nos centramos en ese extremo, pero hay especial curiosidad cómo va a ser el gran acto de esta tarde. La organización ha conseguido mantener en secreto buena parte de los detalles de la ceremonia de inauguración. Esto es lo normal. Si no hay suspense, pierde toda la gracia. Lo que sí conocemos es lo esencial.

Lo primero es que, por primera vez en la historia, los deportistas olímpicos no van a desfilar en un estadio. Lo van a hacer a orillas del río Sena, que igual si has estado en París lo has recorrido como buen turista en un trayecto en barco, en un pequeño crucero, desde el que se puede ver la torre Eiffel, la catedral de Notre-Dame, o el museo del Louvre.

Que la ceremonia de inauguración sea al aire libre conlleva no pocos quebraderos de cabeza. Lo primero que han tenido que hacer es limpiar bien sus aguas, adecentar todo el cauce, y convertirlo en apto, ya no solo para la ceremonia de este viernes… también para las competiciones de triatlón o de natación en aguas abiertas.

El tramo total del río Sena a su paso por París son unos 12-13 kilómetros, con puntos que alcanzan los 200 metros de anchura, una profundidad media que llega a los 6 metros, así que se han tenido que emplear a fondo. Más de 1400 millones de euros han invertido en la limpieza del SENA.

Después la alcaldesa de París y las autoridades de la candidatura nos regalaron la semana pasada esa imagen, bañándose en el río, que a más de uno nos recordó al baño de Manuel Fraga, entonces ministro de Turismo, que se metió al mar en Palomares, en Almería, junto al embajador de EEUU. Aunque son dos momentos con muchas diferencias, lo de Palomares tuvo el mismo objetivo: vender al mundo que la playa ya estaba limpia y que no había restos de contaminación después un accidente aéreo entre dos aeronaves norteamericanas.

Una vez que las aguas del Sena han quedado limpias, que ninguno de los deportistas trague agua no vaya a ser qué… después de la limpieza del río, el reto es la seguridad. Y ahí sí que no pueden fallar. Miles de gendarmes y militares de todas las unidades de élite están preparadas y luego cuentan también, lo van a hacer hasta que se clausuren estos juegos, con la colaboración de policías de otros países.

Desde España les hemos mandado más de 300 policías y guardias civiles. El reto es importante por la amenaza, no solo yihadista, sino en el día a día, en una delincuencia que, en determinadas zonas de París, es preocupante. No hay más que recordar lo que se vivió en la final de la Champions de hace un par de años y lo que tuvieron que sufrir los aficionados del Real Madrid en las inmediaciones del estadio de Saint-Denis.

La ceremonia te la vamos a contar aquí en directo en COPE. Comienza a las siete y media de la tarde, está previsto que dure cuatro horas y el sello que le va a marcar es la originalidad. Aquí los franceses no van a fallar. Bastante tienen con la política, con un presidente en la cuerda floja y con un gobierno en funciones.

Bueno, pues esta tarde lo veremos y lo disfrutaremos, imagino, con casi un centenar de embarcaciones trasladando a cerca de 10.500 deportistas, de más de 200 países, que en un centenar de embarcaciones harán el recorrido de 6 kilómetros, desde el puente de Austerlitz, hasta la plaza del Trocadero. El espectáculo está garantizado.

Por cierto, ayer ganaron las chicas de la selección de fútbol frente a Japón y perdieron las de balonmano con Brasil.

Aunque oficialmente los juegos de París se inauguran hoy, hay deportes, hay competiciones que han tenido que empezar antes porque, si no, en dos semanas, no tienen tiempo para acabar.

Encaramos un fin de semana en el que vamos a mirar a Venezuela.

El domingo hay elecciones presidenciales en un país en el que un cuarto de su población, cerca de ocho millones de personas, a lo largo de los últimos años, ha tenido que escapar de Venezuela huyendo del hambre, la inseguridad y las persecuciones políticas de un régimen que va a hacer todo lo posible y lo imposible, lo legal y lo ilegal, para seguir perpetuándose en el poder.

Esto lo sabe la oposición que a lo largo de esta campaña está haciendo esfuerzos ímprobos para difundir por todo el mundo que tienen serias opciones de derrotar al tirano. Es un mensaje que a mí no me suena a nuevo, en una especie de Déjà vu que ya hemos escuchado antes. ¿Qué les lleva a afirmar con tanta categoría que esta vez sí es la definitiva?

En cualquier país democrático, en un día como el de hoy, recurriríamos a las encuestas. Y la media de las que se han publicado arrojan una clara victoria a favor del principal candidato opositor, Edmundo González Urrutia, con una ventaja de hasta 30 puntos por encima de Nicolás Maduro.

Al margen de los sondeos, de los que se ríe y desprecia todo el aparato bolivariano, ¿Qué les lleva a asegurar con tanta categoría a la oposición que esta vez sí es la definitiva? Esto es lo primero que le pregunté aquí en Herrera en COPE a María Corina Machado. No es la candidata de la plataforma unitaria, la coalición formada por un conglomerado de partidos de un amplio espectro ideológico. Cuando Maduro vio que ella iba a liderar ese proyecto, conociendo el paño, sabiendo de su carisma y que resultaba una amenaza real para su supervivencia en el poder, la liquidó políticamente. La inhabilitó, recurriendo a la justicia para que recurriera el veto.

No es la candidata, pero sí es la figura más visible de la oposición, aunque cediera el protagonismo a Edmundo González Urrutia.

Sabe que Maduro no se lo va a poner fácil. En la campaña se han llevado presos hasta los profesionales del sonido que se iban a encargar de la megafonía en un mitin. Y el domingo van a redoblar eso a lo que están tan acostumbrados. Comprarán los votos que hagan falta, pondrán todo tipo de trabas a los que saben que no son afines al régimen para que no puedan acudir a votar y propagarán el mensaje habitual de todas las dictaduras que, cuando ven que se tambalea su poder omnímodo, amenazan con un baño de sangre.

En el caso de que se materialice la derrota en las urnas del chavismo, que llegue en las urnas el fin del régimen, ¿respetará la voluntad popular Nicolás Maduro? Esa es la gran pregunta que quizá no se resuelva ni el mismo lunes después del recuento. Hay una gran puerta para la esperanza, son una elecciones trascendentales para un país cuya relación con España es inseparable.

Por cierto, no es una novedad que entre la delegación de observadores internacionales va a estar el ex presidente Rodríguez Zapatero. Y no es tampoco novedad que Zapatero es uno de los grandes aliados de Maduro en Europa. Siempre con los mismos, y no con el bien, precisamente.

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