Herraiz: "España se despierta con una sonrisa después de que nuestra Selección lo haya vuelto a hacer"

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Muy buenos días. Desde las seis te venimos acompañando en 'Herrera en COPE'. Soy Antonio Herraiz y este 15 de julio, además de con el calor habitual, con el inicio de vacaciones para muchos, con el final para otros tantos, viene con un sentimiento de felicidad casi mayoritario que solo es capaz de facilitar un equipo como es la selección de fútbol.

Con qué sonrisa se despierta hoy España después de que nuestra selección lo haya vuelto a hacer. Quedaba el último escalón, había que rematar una Eurocopa hasta ayer perfecta y los de Luis de la Fuente han puesto el broche de oro frente a Inglaterra, con una victoria sufrida que nos confirma como uno de los mejores equipos de la historia del continente.

2-1 frente a Inglaterra y la cuarta Eurocopa para España, sumamos una más que Alemania. Hoy la traen de vuelta a nuestro país, y con ella la ilusión y un sentimiento de unidad que no es capaz de conseguir, en estos tiempos que corren, absolutamente nadie. Si echamos la vista atrás, hace justo un mes, cuando comenzó la Eurocopa no éramos favoritos. Todos nos veían como un equipo muy joven, sin grandes estrellas de relumbrón, y el resultado no ha podido ser más impecable. Se ha hecho historia por varios motivos. Primero porque ninguna selección había ganado siete partidos seguidos en una Eurocopa. Tampoco habían marcado tantos goles: 15.

¿Y lo mejor? Que viendo a los Yamal, Nico Williams, Rodri, Dani Olmo, Cucurella y compañía hay equipo para garantizar un futuro ilusionante. Lo próximo es la fase de grupos de la Nations League, que comienza dentro de menos de dos meses y luego ya la mirada está puesta en el mundial de EEUU y Canadá de dentro de dos años. En 2026.

Y quien no para de hacer historia es un jugador de tenis murciano, de El Palmar, que lo ha vuelto a hacer. Apenas han pasado 35 días cuando desde aquí, también un lunes, estábamos glosando la gesta de Carlos Alcaraz en Roland Garros y se ha vuelto a superar. ¡Vaya partido que nos regaló ayer en la final de Wimbledon frente al serbio Novak Djokovic! ¡Qué exhibición de tenis! ¡Vaya manera de ganar con contundencia, con total superioridad y por la vía rápida!

En el tenis, como en el resto de deportes -como en la vida en general-, es difícil llegar, pero más complicado aún es mantenerse. Es el tenista más joven en ganar Wimbledon y Roland Garros en una misma temporada. Ya tiene cuatro Grand Slam, y lo de repetir título en Wimbledon, en dos años consecutivos, solo había estado al alcance de unos pocos.

Todos, grandes leyendas del tenis como John McEnroe, Boris Becker o Roger Federer. También lo había logrado Djokovic, uno de los mejores tenistas de toda la historia con 24 Grand Slams, que en la final de este 2024 fue barrido de la pista por el murciano. Literal. Carlos Alcaraz le ganó en tres sets, y solo al final del tercero -que resultó decisivo- el serbio le puso algo de picante y de emoción. 6-2, 6-2 y 7-6 y un triunfo que nos endulza el domingo, que encumbra ya perfectamente a Alcaraz, que es digno sucesor del trono de Nadal y que hace tiempo que dejó de ser Carlitos para ser todo un don Carlos.

Al margen del fútbol y del tenis, de las alegrías que nos deja el deporte para España, hoy la noticia sigue en EEUU. Han pasado ya 30 horas del atentado contra Donald Trump y, aunque conocemos muchos detalles del ataque, se mantienen las incógnitas sobre lo que hay detrás, la motivación y también cómo va a afectar a la carrera electoral para las presidenciales del 5 de noviembre.

¿Lo que sabemos? Que TRUMP acababa de empezar un mitin en una localidad de Pensilvania. Para situar este Estado en el mapa, hay que decir que se ubica en el este del país, pegando con Nueva York y Nueva Jersey, aunque la ciudad en la que Trump comenzaba a arengar a los suyos está al oeste de Pensilvania, ya casi en la frontera con Ohio.

Era su último mitin antes de la convención nacional republicana que comienza hoy en Milwaukee, en el estado de Wisconsin, y ante la que no hay ni había ninguna duda: de ella saldrá Donald Trump como presidente.

En un país en el que hay más armas que personas, las medidas de seguridad son brutales. Para acceder a ese mitin en Pensilvania, que era al aire libre, que no era en un recinto cerrado, te tienes que registrar y pasar controles de todo tipo. Pero está claro que algo falló en el dispositivo de seguridad. A los pocos minutos de que Trump se hubiera subido al atril, un hombre, desde el techo de una nave, a escasos 200 metros del escenario donde el candidato republicano arengaba a los suyos, comienza a disparar con un fusil de aslato semiautomático.

En ese momento, Trump se echó la mano al lado derecho de su cabeza, tapó su oreja y se tiró -o se cayó- al suelo. Habían

sonado una decena de disparos. Ocho en concreto. A partir de ahí, confusión máxima y la reacción inmediata de los agentes de su Servicio Secreto, que se abalanzaron contra el cuerpo del expresidente.

La escena la habrán visto, cómo Trump se queda tirado en el suelo, aturdido, y al cabo de un instante, cuando confirman que el francotirador había sido abatido, sale por su propio pie, escoltado por esa cohorte de agentes que le introducen en un coche oficial. Tenía sangre en oreja, que se le había esparcido por parte de la cara, y, consciente de lo que estaba ocurriendo, se dirige a los suyos puño en alto. La escena total, desde que le disparan, está agazapado en el suelo y los agentes le introducen en el coche apenas dura un par de minutos.

¿El resultado? Además de las heridas leves de Trump, un asistente al mitin muerto, asesinado, y otros dos heridos graves.

Del presunto atacante sabemos que se llamaba Thomas Matthew Crooks, que tenía 20 años, que figuraba como votante republicano y que no tenía antecedentes penales. Conocemos también que en los registros policiales han localizado explosivos tanto en su casa como en el coche y que el rifle semiautomático con el que disparó a Trump, un AR 15, se lo había comprado su padre. Sus compañeros de instituto han contado que era un tipo solitario, que sufrió acoso e intimidación sin descanso, bullying, y que vestía con trajes de camuflaje o de caza.

Trabajaba en la cocina de una residencia de mayores y en el momento del ataque vestía una camiseta de un canal de amantes de armas.

Esto es lo que sabemos. Desconocemos lo esencial. Lo primero, la motivación. Qué le llevo a este tal Thomas Matthew Crooks a hacer lo que hizo. Y dos. Si su padre sabía

lo que iba a hacer cuando le compró el arma hace seis meses y si contó con la ayuda de algún amigo o, simplemente, es un lobo solitario sin más.

Esto es lo que se sabe y lo que no se sabe de este intento de magnicidio. Trump se salva de milagro. Además de las teorías conspirativas, que de todo hay, algunos analizan ahora la suerte que tuvo el expresidente. Se habla de una ráfaga de viento, se habla también de la permanente gesticulación de Trump, de un movimiento fortuito de cabeza que hizo que la bala solo le rozara y eso favoreció que el final fuera diferente al pretendido.

En todo caso, el titular es que Trump logra salvar la vida en este intento de magnicidio y no hay duda de que su candidatura sale reforzada frente a Biden, que con el desastroso debate y su evidente deterioro cognitivo, se le están echando encima a los suyos, los propios demócratas que ven urgente un cambio por mucho que él se resista.

Biden sí parece que ha estado a la altura. Condenaba el ataque de forma inmediata, llamaba directamente a Trump por teléfono y comparecía hace unas horas para prometer más seguridad para Trump y pedir que se rebaje la tensión política.

Pues eso toca analizar cómo se ha llegado hasta aquí.

Que a un presidente de EE. UU. le intenten asesinar no es nuevo. El último intento fue contra Ronald Reagan en 1981. Reagan recibió un balazo cuando salía de dar un discurso en un hotel de Washington.

La bala le perforo el pulmón, el presidente de EE. UU. casi se muere, pero fue operado y se recuperó. Y entre los episodios más oscuros y que más teorías acumula está el asesinato de John Kennedy en 1963.

Ya veremos si esa decena de balas que pretendían acabar con Trump, una vez que ha sobrevivido, ya veremos si con quien terminan es con la carrera política de Joe Biden.

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