El homenaje emocionado de Carlos Herrera a Jesús Quintero: "Era la radio a cámara lenta, a velocidad de óleo"
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Señoras, señores, desde el Guadalquivir de las estrellas, buenos días. No pretendo ser el más original de España, hoy comenzando con esta música de Pink Floyd, que es la que se le ocurrió a mi querido Paco Cervantes que podía ser la sintonía que inaugurara un programa que vino a romper la radio en España, que no empezó llamándose el loco de la colina, era 'Para mayores con reparo'.
Pero un buen día, Jesús Quintero puso 'El loco de la colina', de los Beatles y dijo "yo soy un loco en la colina". Y la gente empezó a llamarle el loco de la colina.
No pretendo darle una noticia que seguramente usted conoce y es que ha fallecido Jesús Quintero, hijo de ese extremo occidente de la península, de donde tantas cosas buenas han venido. Falleció a los 82 años mientras dormía la siesta y hoy muchos dicen, añaden, subrayan aspectos de este loco-genio de las cosas, de los medios, con el que tuve mucha oportunidad de trabajar y compartir estudio, en la calle González Abreu de Sevilla.
Bueno, estudio, era el loco de la colina. Yo hacía un programa menor, pero aprovechaba ahí y me colaba y tomaba nota de todas las cosas que hacía este tipo, que no dejo ninguna pregunta por hacer a lo largo de su vida y que hizo cosas que solo él podía hacer. Todos entrevistábamos a todos y a todos, los mismos, les hemos entrevistado los demás, pero solo él le sacaba otra cosa. Tengo tantas conversaciones grabadas con Jesús...
Jesús tenía, por decir algo de él... es tan difícil decir algo de Jesús que a estas alturas no se haya dicho. Tenía una excepcional intuición. Porque tú en la vida puedes conseguir muchas cosas y lo decía a las 6 de la mañana. Puedes incluso conseguir la fama, que seguramente es lo más efímero, pero no conseguirás la gloria si no tienes el factor que te hace diferente: la personalidad.
Y eso, en todos los ámbitos. Jugando al fútbol, regentando una librería o haciendo un programa de radio. Era pícaro, listo, dandi, conocedor de todos los resortes de su profesión, raro... raro de cojones, pero un gigante heterodoxo. Impredecible, siempre. En aquellos programa que elaboraba, fíjense ustedes qué alineación en aquella Radio Nacional inolvidable de Eduardo Sotillos. A las tres, tres, Pepe Ferrer en Barcelona, mi querida Marisol del Valle en Madrid, Jesús Quintero en Sevilla y después, ya el loco de la colina.
Era la radio a cámara lenta, la radio a velocidad de óleo y perdón que me extienda tanto en esta cuestión, porque considero que es fundamental conocer algunos de los resortes, de los fenómenos de nuestro tiempo, como es la radio y ha sido quienes han hecho la radio.
Tenía un agujero en el bolsillo, como todos sabemos, y no sé si el personaje tenía mucho de él o él tenía mucho del personaje, pero efectivamente era un loco en una colina que le dio vida a gente por la que nadie había dado un duro jamás. Se rodeó de raros y les hizo brillar, se rodeó de perdedores que tuvieron la oportunidad de ganar algo, alguna vez en su vida.
Ayer Antonio Jiménez Firpo, amigo común, me hacía llegar algo que le dio Jesús Quintero, quizá previendo que en algún momento podía llegar el final, para que él se lo diera a todos sus amigos y allegados. Era su despedida. Esa despedida, aquí la tengo y me van a permitir que la escuchemos.
[A continuación se reproduce el audio de Jesús Quintero]
Ahora me voy a contestarme yo mismo, no sé en qué lugar, las preguntas que le he hecho durante este tiempo a los demás. Y yo me iré y se quedarán los pájaros y se quedará mi huerto con su verde árbol y con su pozo blanco, todas las tardes el cielo será azul y plácido. Y tocarán, como esta tarde están tocando las campanas del campanario. Se morirán aquellos que me amaron y el pueblo se hará nuevo cada año. Y en el rincón aquel de mi huerto florido y encalado mi espíritu errará nostálgico y yo me iré y estaré solo sin hogar, sin árbol verde, sin pozo blanco, sin cielo azul y plácido.
[Carlos Herrera retoma la palabra]
¿Y ahora qué? ¿Y ahora qué digo yo? ¿Y ahora qué les cuento, los Presupuestos Generales del Estado? ¿Le hablo ahora de lo mundano y perfectamente prescindible? Las cosas de cada día. Jesús Quintero, in memoriam.
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