La educación no solo implica transmitir conocimientos, sino también cultivar ciertos valores

Estamos rodeados de un entorno natural privilegiado, y aquí se encuentra un centro educativo único en España capaz de combinar la excelencia académica en régimen de internado o externado, formación musical de alto nivel y valores cristianos. Hablo del Colegio-Escolanía de la Santa Cruz, en el Valle de Cuelgamuros.

Justo esta semana, he tenido oportunidad de hablar con algunos educadores y compartíamos una reflexión que me parece muy interesante. Estamos de acuerdo en que la educación es capaz de transformar el mundo… pero como padres, no se si nos hemos parado a pensar en el futuro de nuestros hijos. Creo que la mejor herencia que les podemos dejar es su educación… Y no solo porque de ella dependerá, sin duda su futuro, sino porque de las nuevas generaciones dependerá también el mundo del mañana.

La educación no solo implica transmitir conocimientos, sino también cultivar ciertos valores que son importantes para el crecimiento personal y para el propio desarrollo de la sociedad.

El Papa Francisco ha dicho en muchas ocasiones que la educación es «ante todo, un acto de esperanza en quien tenemos delante, en el horizonte de su vida, de sus posibilidades de cambio y de contribución a la renovación de la sociedad». Por ello insiste en crear un Pacto Educativo Global cuya prioridad es «poner en el centro a la persona».

Un pacto para generar un cambio de mentalidad en todo el planeta, para que la educación sea capaz de generar fraternidad, paz y justicia.

Afrontar los desafíos educativos es cosa de todos: padres, educadores… y hasta los propios niños, adolescentes y jóvenes, que deben sentirse protagonistas y estar en el centro de la acción educativa.

Solo así conseguiremos superar divisiones y conflictos, promover la aceptación, la justicia y la paz… Un derecho de todos y una herramienta esencial para construir un mundo mejor. En definitiva, la educación es la semilla de esperanza para el futuro.