Necesitamos un cambio cultural y estructural para que el mundo que estamos construyendo sea más justo y pacífico

El monólogo de Irene Pozo en La Linterna de la Iglesia

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Qué tal, muy buenas noches. Poco a poco nos vamos acercando a la Navidad que este año nos trae una doble ración de Esperanza, la que nos regala el nacimiento del Niño Jesús y lo que supone el Jubileo 2025. El Papa Francisco, en su mensaje para la Jornada Mundial de la Paz, que como sabes vamos a celebra el 1 de enero, nos recuerda que el año jubilar es, precisamente una oportunidad para renovar la esperanza.

… y este mensaje del Papa, donde suele hacer un pequeño análisis de la situación que vivimos en el mundo, nos llevan a lo concreto, a la acción que cada uno de nosotros tenemos que hacer, porque de nada sirven las palabras si no actuamos y para ello debemos hacer la reflexión sobre cómo podemos contribuir a un mundo más justo y pacífico.

En el contexto actual, marcado por conflictos armados, crisis humanitarias, desigualdades económicas, tensiones sociales… Francisco nos habla de una responsabilidad compartida, porque debemos reconocer en las injusticias que afectan a la humanidad que o remamos juntos o no llegaremos a ninguna parte. Necesitamos un cambio cultural y estructural para que el mundo que estamos construyendo y que heredarán las futuras generaciones, sea más justo y pacífico.

En esas acciones concretas que propone el Papa, nos habla de En primer lugar, la condonación de la deuda internacional en los países pobres porque, como dice el papa “se ha convertido en un instrumento de control de los ricos frente a los pobres que solo quieren explotar de manera indiscriminada los recursos humanos y naturales”.

La segunda de las acciones es seguir promoviendo el respeto por la vida humana en todas sus etapas, desde la concepción hasta la muerte natural, y ha señalado la necesidad de eliminar la pena de muerte en todas las naciones, ya que esta medida atenta contra la inviolabilidad de la vida y destruye toda esperanza humana de perdón.

Y por último, e Papa también ha sugerido utilizar un porcentaje de los fondos destinados a la industria armamentista para crear un fondo mundial que combata el hambre y promueva el desarrollo sostenible en los países más pobres, especialmente en lo que respecta a la educación y el respeto por el medio ambiente.

Un análisis certero y 3 propuestas concretas para que 2025, año jubilar, sea tan bien un año de paz.

La paz es un don de Dios, pero también una tarea que debemos asumir. Qué mejor manera que hacerlo desde la esperanza. Eso ayudará a no desanimarnos ante los desafíos y a trabajar juntos por un futuro donde la paz sea una realidad tangible para todos.

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