La frase que debes decirte para eliminar los remordimientos y el estrés por la culpa: lo recomienda una neuropsicóloga

Aurora García Moreno, psicóloga de cabecera de La Linterna, avisa de los efectos físicos que puede tener el sentimiento de culpa si no se controla a tiempo

Una psicóloga trata a un paciente con sentimiento de culpa
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Redacción La Linterna

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Sentir culpa no siempre es negativo, nos hace ver que algo se ha hecho mal y puedes intentar repararlo. Eso sí, cuando ese sentimiento de culpa es exagerado, cuando aparece el remordimiento, se genera un gran malestar ante la responsabilidad de los fallos cometidos. De hecho, ese sentimiento puede generar hasta consecuencias físicas.

Según un estudio publicado en Psychosomatic Medicine (Kubzansky & Kawachi, 2000), las emociones negativas relacionadas con la culpa, prolongadas en el tiempo, generan un mayor riesgo de hipertensión y enfermedades coronarias. Incluso hay pacientes que, expuestos durante mucho tiempo a esa sensación, son susceptibles a infecciones respiratorias y tienen una cicatrización de heridas más lenta, según otro artículo publicado en The Lancet.

Aurora García Moreno, neuropsicóloga, en una entrevista en La Linterna

Jorge Miralles

Aurora García Moreno, neuropsicóloga, en una entrevista en La Linterna

Eso sí, la neuropsicóloga, Aurora García Moreno, ha pasado por La Linterna para dar consejos a los que se encuentran en esa situación. De hecho, apunta a una frase para poder quitárselos de encima. Invita la colaboradora a aprender a cambiar patrones de pensamientos disfuncionales que pueden reforzar el remordimiento, como por ejemplo, “soy una mala persona porque hice tal cosa”. Insiste la psicóloga en “tomar conciencia” de que todo es “un aprendizaje”. “Cometer errores ayuda al crecimiento personal. Y no es tan malo”.

Por qué sentimos culpa

A menudo se habla del peso de la culpa, que lleva a una persona a centrarse en sus errores y hasta magnificarlos. Eso afecta directamente al propio cuerpo, ya sea con dolor de pecho, de estómago, la espalda, la obsesión en la cabeza, tensión y angustia. Una oyente de La Linterna contaba su experiencia: “Me aislé de todo mi entorno e incluso te diría que tenía miedo de que otras personas dependieran de mí para cualquier cosa, por miedo a fallar, y toda esa angustia se transformó al final en dolor por todo el cuerpo”.

Aurora García Moreno, neuropsicóloga madrileña con decenas de años de experiencia, explica a Expósito que los remordimientos están relacionados con los valores y con lo que cada persona considera correcto o no. “Dependiendo de lo que se llama coherencia emocional que tienen las personas, se van a sentir más o menos con un remordimiento. Si se actúa, por ejemplo, en función a lo que hace sentir bien o acorde a los límites que cada persona tiene marcado”.

Peor, ¿qué ocurre en el cerebro cuando sentimos remordimiento? “Es muy curioso porque hay varias áreas cerebrales que están involucradas en el remordimiento”, apunta la terapeuta. “Cuando sentimos remordimiento, estas áreas actúan en conjunto para generar una respuesta emocional que impulsa a reflexionar, que en muchos casos va a reparar ese daño”.

Así, existe otra zona que se asocia con el procesamiento del malestar emocional y la autoconciencia, otra involucrada en la toma de decisiones y el razonamiento, que es la que evalúa las acciones en relación con las normas éticas y la que procesa las emociones negativas como puede ser el miedo, la culpa, que suelen acompañar a ese remordimiento”.

El cortisol, clave

Para García Moreno, el remordimiento puede provocar unos efectos muy negativos para la salud mental, porque se libera la hormona del estrés, que es el cortisol. “Puede ayudar al crecimiento personal, pero si no se maneja adecuadamente puede llegar a interferir a la hora de tomar decisiones por el miedo a equivocarse, rumia de pensamiento sobre el error cometido que puede provocar ansiedad y, en algunos casos, puede llevar a aislamiento social al provocar una imagen muy negativa de sí mismo, lo cual pues va a dificultar la interacción social y además va a generar tristeza, ansiedad y sobre todo la culpa al pensar que no se ha tomado una decisión adecuada y no se han tomado otras”, concluye.

Por último, señala que los factores que desencadenan la culpa son la influencia de las creencias y los valores, cuando la persona siente que ha actuado en contra de sus valores. “Por ejemplo, decisiones que afectan al entorno más próximo cuando no se ha tratado bien a alguien o las normas sociales que pueden hacer que la persona se sienta con culpa por no haberse desviado de eso que tendría que ser lo socialmente correcto”. Otro ejemplo es que las personas empáticas que suelen sentir muchísimo remordimiento, “si sus actos creen que han podido afectar a otros, conflictos familiares o cuando una persona se ha separado, pues hay un tiempo donde la persona reflexiona en qué ha podido equivocarse y finalmente cuando no se ha ayudado a alguien que a lo mejor lo necesitaba”.

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