Se muda con sus 5 hijos a un pueblo de Teruel y, al llegar, le hacen una oferta que acaba siendo "la mejor decisión de su vida"
Eli se marchó de Cullera hace 8 años con su familia a una pequeña localidad de 100 habitantes, donde se encontró con una oportunidad con la que no contaba
Madrid - Publicado el
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Desde el arranque del nuevo milenio, la población de las pequeñas localidades rurales ha ido decreciendo paulatinamente hasta convertirla en la 'España Vaciada'. Por ejemplo, aunque la población de Teruel ha crecido en un 17% en los últimos 24 años, en pequeñas localidades alrededor, como Allepuz, el número de habitantes ha caído desde los 135 censados hasta los 124, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).
Otro ejemplo, como contaba este jueves La Linterna, es Horcajo de la Ribera, un pueblo de la sierra de Gredos, en Ávila, donde el bar ha jugado un papel clave. Y es que, en 2010, la Asociación Santiago Apóstol adquirió una casa y la reconvirtió en uno. Desde ese momento se convirtió en el único sitio de reunión de los vecinos.
La importancia del bar en Horcajo
Rufino Hernando ,miembro de la Asociación, explicaba la importancia del local para el pueblo en los micrófonos de Mediodía COPE: “El bar es ese punto neurálgico que posibilita que, gente que no nos vemos en Madrid porque vivimos a muchos kilómetros de distancia o en otras zonas, podamos charlar, hablar de nuestros hijos, hablar de nuestra familia, de nuestras inquietudes, de nuestros anhelos, de nuestros afanes y, por supuesto, tengamos ese rato de jugar a las cartas”, contaba a Pilar García Muñiz.
Horcajo de la Ribera es un pueblo pequeño que durante años ha visto como sus habitantes se mudaban a la ciudad o a zonas más céntricas. Aún así ha habido quienes se han resistido a perder la tranquilidad de la sierra. Ellos han sido los encargados de mantener el bar a flote. “En verano es el lugar donde va todo el mundo también, pero sobre todo en invierno, cuando hay poca gente, es el lugar de encuentro”, apunta Rufino, que insiste en que el bar “es la mejor manera de verse y de hablar, de hacer lo que no podemos hacer en Madrid porque no tenemos esa cercanía”.
Los vecinos se juntaban allí, jugaban la partida, se tomaban algo. Ir al bar se había convertido en la rutina de cada día. El pueblo latía de otra manera cuando todos se daban cita allí. “Cuando yo estoy allí el bar siempre está lleno”, comenta el portavoz de la Asociación. “Es verdad que entre semana habrá menos gente, pero el bar es fundamental para que el pueblo no muera, no desaparezca definitivamente”.
El bar, en peligro
Desgraciadamente, en el mes de noviembre todo cambió. La familia que regentaba el bar tuvo que cerrarlo por motivos personales. Desde entonces, los habitantes de Horcajo no encuentran a nadie que quiera coger el relevo. Creen que es un trabajo que cuenta con un entorno privilegiado, además de dar beneficios suficientes.
“Las familias que lo han tenido han vivido un poco en esa situación y yo no pienso que les haya ido mal porque, evidentemente, hay que tener en cuenta que tampoco hay competencia, no hay otro bar”, explica Rufino Hernando en Mediodía, que matiza que la búsqueda “no va por el aspecto económico, nosotros queremos mantener a toda costa el pueblo abierto, no queremos un pueblo despoblado”.
No encontrar a nadie que se haga cargo del bar supondría que la gente dejaría de ir al pueblo los fines de semana o, peor aún, que acabara vacío. El establecimiento no solo es el punto clave del municipio también es el lugar de encuentro cuando se programan actividades para todo el mundo. “La asociación organiza una serie de cosas que siempre atraen gente y, esa gente, si hay bar va a ir al bar y, si no, no”. Subraya que todos los acontecimientos “atraen a un montón de gente que, evidentemente, pasan por el bar”.
La oferta a Eli en un pueblo de Teruel
En Horcajo buscan urgentemente a alguien que quiera cambiar de vida y empezar una nueva en la Sierra de Gredos, y Eli y su familia son un ejemplo de esto. Hace ocho años abandonaron su vida en Cullera, Valencia, y se mudaron a un pequeño pueblo de Teruel llamado Allepuz.
Después de ocho años, Eli mantiene que encargarse del bar fue la mejor decisión que tomó
Subdirector de La Linterna
El cambio de la gran ciudad a un pueblo en el que prácticamente no había nada era brusco. Pero Eli, su marido y sus cinco hijos no se lo pensaron. Hicieron las maletas y se mudaron a Allepuz para ocuparse del único bar del municipio. “Veníamos buscando un poquito este tipo de vida, una vida de tranquilidad y en un sitio en el que conociéramos a todo el mundo, entonces cumplimos las expectativas y aquí seguimos”, explica en una entrevista que recoge La Linterna.
"La mejor decisión de su vida"
Después de ocho años, Eli mantiene que fue la mejor decisión que tomó. En aquel momento fue algo arriesgado, pero ocuparse del local de un pueblo aislado le ha dado muchas alegrías. Por ejemplo, que todos los vecinos la conozcan. “Es el centro de reunión de todo el pueblo, todas las mañanas todo el mundo baja por el pan, porque no hay panadería en el pueblo, no hay tienda”, aclara. Y es que, como el panadero va todos los días a vender el pan, pues “a la hora del pan todo el mundo va al bar a tomar el café o almorzar, y acaba siendo donde te enteras de todo lo que pasa en el pueblo”.
Como ella cada vez más gente apuesta por la España vaciada y opta por instalarse en pueblos casi abandonados. Eso es precisamente lo que piden los habitantes de Horcajo de la Ribera, en plena sierra de Gredos: que alguien se anime a abrir y regentar el único bar del pueblo en el que todos disfrutan como niños.