Mediadores del recreo: Un pueblo de Granada acaba con los conflictos en los colegios con niños pacificadores
El Ayuntamiento de Armilla, un pueblo de Granada, ha impulsado una iniciativa para que sean los propios niños los que gestionen los problemas que pueden surgir en el recreo
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El tiempo pasa, y a su vez lo hacen las generaciones. En los patios de los colegios, cada año que pasa, se marchan muchas caras conocidas y aparecen otras nuevas. Es ley de vida, este ciclo interminable es la realidad que se vive en los centros educativos, los niños cambian, sus inquietudes también, pero si algo no cambia son las discusiones en el recreo.
Los conflictos y peleas en el recreo siempre han sido algo normal, dentro de una cierta medida. Estos desencuentros entre niños siempre se han solucionado acudiendo a un profesor, o pidiendo ayuda a algún adulto responsable del bienestar de los alumnos. ¿Pero por qué? Esto ha sido una de las preguntas que se ha planteado el Ayuntamiento de Armilla, un pueblo de Granada, en el cual se ha impulsado una iniciativa para que sean los propios niños los que gestionen los problemas que pueden surgir en un recreo.
En concreto, han sido las psicólogas del Ayuntamiento las que han impulsado este proyecto, María José Gálvez y Loreto Castillo. En COPE hemos hablado con Loreto, para conocer cómo surgió esta iniciativa: “Esta iniciativa surge escuchando a los colegios del pueblo, porque ellos detectan que era necesario resolver conflictos de forma pacífica que se daban en los espacios más lúdicos,como el recreo”.
Detectaron que existía un problema importante de conducta entre los más pequeños, y decidieron probar esta nueva iniciativa en tres colegios. Los alumnos de cada colegio reciben una formación de 6 semanas, para después poder ejercer correctamente la labor de mediadores en el recreo. Loreto ha explicado el perfil suelen elegir para que sea un buen mediador: “Cualquiera puede apuntarse, pero fundamentalmente nos apoyamos en los tutores que son los que mejor los conocen. Buscamos a chicos y chicas con edades comprendidas entre los 10 y los 12 años e intentamos que tengan habilidades sociales y sean un poco más líderes que los demás. También es importante que tengan madurez para resolver los conflictos”.
Hay entorno a 30 mediadores por centro, van vestidos con un chaleco amarillo e incluso algunos cuentan con una chapa y su nombre. Gracias a su vestimenta, el resto de niños sabe dónde debe acudir en caso de que haya un conflicto durante el recreo. En algunos colegios el éxito ha sido tan grande que se han inventado nuevos puestos para que todos puedan ser mediadores: “Casi todos son mediadores una o dos veces por semana. En otros colegios, como el San Miguel, son tantos que hay mediadores, interinos y alguno está en prácticas. Una vez ha empezado este proyecto han sido muchos los que han querido ser mediadores”.
Los valores que deben tener en cuenta
Para que un mediador pueda llevar a cabo su labor correctamente, debe tener claros una serie de valores: “Intentamos que tengan claro el proceso de mediación y que sean capaces de comprender el conflicto. Es importante que tengan habilidades para una comunicación eficaz, y ser capaces de explicar y que los demás expliquen sus emociones y sentimientos. Que tengan un pensamiento flexible y sean capaces de ponerse en el lugar de los demás”.
Hasta ahora solo hemos conocido cómo funciona este proyecto, y la formación que reciben los pequeños, pero no hay que olvidar que los protagonistas son ellos. En COPE hemos podido hablar con uno de los mediadores, se llama Miguel, tiene 9 años y le encanta su trabajo: “Es mucha responsabilidad, sobre todo con los de tercero porque tienen la misma altura que yo. Y me extraña un poco”.
La infancia, ese momento en el que crees que la altura que tienes representa la autoridad que tienes. Proyectos como este, ayudan a que los niños aprendan los valores más importantes, y sobre todo que ellos mismo los apliquen y enseñen al resto de sus compañeros. El Ayuntamiento de Armilla ha llevado a cabo una gran labor, no es opinión, es un hecho si nos fijamos en el mensaje que lanza Miguel cuando le pedimos un consejo para sus compañeros: “Que se respeten mutuamente y que ayuden mucho a las personas que lo necesitan y están solas. Hay que ayudar y hacer compañía”.