Las víctimas de ETA se echan a la calle para pedir respeto y justicia

Bajo el lema No todo vale, Gobierno traidor. Justicia para las víctimas del terrorismo, la AVT ha decidido salir a la calle mañana sábado en Madrid. Será a las 12:00h en Colón.

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Las víctimas de ETA se echan a la calle para pedir respeto y justicia

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Respeto y justicia. Es lo que piden las víctimas del terrorismo que están cansadas de ser utilizadas por la política. No pueden más, pasan los años y siguen sin entender las decisiones del Gobierno respecto a los presos de la banda terrorista y su brazo político, Bildu. Se sienten completamente engañados.

Es Miguel Folguera delegado de la AVT, la Asociación de Víctimas del Terrorrismo. Se sienten abandonados porque en el último año ningún miembro del Gobierno se ha reunido con ellos para hablar de la situación de las víctimas. Además son muchas las razones por las que salir a la calle para protestar.

Por todos estos motivos y bajo el lema “No todo vale, Gobierno traidor. Justicia para las víctimas del terrorismo”, la AVT ha decidido salir a la calle mañana sábado en Madrid. Será a las 12 en la Plaza de Colón y esperan que haya una concentración masiva.

Para que te hagas una idea, 202 etarras han sido acercados a cárceles del País Vasco o Navarra. 97 de ellos con más de 296 víctimas a sus espaldas. Por eso hoy quiero hablar de las víctimas del terrorismo y de la importancia que deben tener dentro de nuestra sociedad.

Durante los 50 años de existencia de ETA, se han cometido 3517 atentados en los que la banda asesinó a 860 personas. De todos ellos, todavía hay 379 asesinatos que están por resolver. Por eso el verdadero relato es tan importante tanto para ellos como para sus familias.

Es María San Gil, vicepresidenta de la Fundación Villacisneros. Ella sabe mejor que nadie de lo que habla ya que fue testigo directo del asesinato del que fuera líder del PP en Guipúzcua y Teniente Alcalde de San Sebastián, Gregorio Ordoñez. Asegura que la batalla política fue clave para acabar con la banda.

Quiero llevarte ahora hasta el 6 de mayo del año 2001. Es una tarde primaveral en Zaragoza. La ciudad se prepara para ver a su equipo disputar un nuevo partido de liga en la Romareda. Se enfrenta al Numancia, en un encuentro que no ha despertado el interés de muchos seguidores que prefieren verlo desde su casa. Pero no es el caso de Manuel Giménez Abad, el Presidente del Partido Popular de Aragón que no faltaba nunca a su cita dominical. Ese día acompañado de su hijo recorría las calles aledañas del estadio. Eran las siete menos veinte de la tarde cuando alguien se cruzo por su camino.

Acabas de escuchar a Borja, su hijo, que estuvo en La Linterna con nosotros hace algo más de un año. Es increíble cómo cuenta esa entereza que tan solo las víctimas tienen todo lo que ocurrió ese día. Borja sigue recordando cada uno de los segundos que estuvo cerca del cuerpo de su padre. Fueron segundos que se convirtieron en una eternidad.

La calma de lo que iba a ser un domingo tranquilo de fútbol y risas se tiñó de sangre, rabia y dolor. Borja, desesperado, se llegó incluso a encarar con el pistolero de la banda terrorista ETA que huyo corriendo demostrando la cobardía con la que actuaba esta banda. Para él es imposible olvidar la cara del asesino de su padre y el sonido de cada uno de los disparos que acabaron con él.

Manuel iba sin escolta. Borja nos cuenta que fue por no molestar. Era tremendamente austero, escrupuloso con el dinero público, y le había parecido pues un exceso sentirse tan importante. Era su forma de ser. Han pasado 21 años de un asesinato que a día de hoy todavía sigue sin esclarecerse.

Manuel Giménez Abad, antes que diputado autonómico, senador y presidente del PP, había sido letrado mayor de las Cortes y consejero de Presidencia del Gobierno de Santiago Lanzuela. Desgraciadamente, se convirtió en el primer político aragonés que perdía la vida a manos de un terrorista de ETA.

30 de julio de 2009. Jueves. En Palmanova, Mallorca, hacía sol. En segunda línea de playa se encontraba la Oficina de Denuncias de la Guardia Civil. Dentro trabajaban los agentes de la Guardia Civil, Carlos Sáenz de Tejada y Diego Salvá Lezaún. Tenían 28 y 27 años.

Eran casi las dos de la tarde. El siguiente turno estaba a punto de llegar. Así que los dos salieron del cuartel. Se subieron al coche oficial, un todoterreno Nissan Patrol que llevaba aparcado enfrente del edificio toda la mañana. Cuando se metieron en el coche, no les dio tiempo ni siquiera a avanzar. Una bomba lapa acabó con la vida de Carlos y de Diego. ETA lo había vuelto a hacer. La explosión fue muy fuerte, se escuchaban las sirenas de los bomberos, de la policía, las ambulancias...

Carlos era de Burgos pero llevaba un año destinado en Mallorca. Diego acababa de incorporarse. Estaba haciendo prácticas y ese mismo día se estrenaba en el Cuerpo. Antonio Salvá es su padre y recuerda perfectamente cómo fue ese trágico 30 de julio de 2009.

En la tarde de ese mismo día, los agentes encontraron otra bomba en otro coche oficial. Estaba programada para explotar al día siguiente. Consiguieron desactivarla. Antonio recuerda que fue él quien animó a su hijo a meterse en el cuerpo de la Guardia Civil, pero cuando le preguntan si se arrepiente, lo tiene muy claro. Antonio era médico. Cuando ETA mató a su hijo dejó su consulta de urología en Ibiza para dedicarse a la política para luchar por la memoria de su Diego. A pesar de que se cerró la isla, los terroristas acabaron huyendo. Los asesinatos de Carlos Saéz de Tejada y de Diego Salvá Lezaún son los dos últimos crímenes de ETA, de los 379 que no se han resuelto.

Después de 50 años de terrorismo de ETA, las víctimas todavía siguen pidiendo el puesto que merecen. Por eso mañana se echarán a las calles de Madrid para protestar contra las decisiones del Gobierno. Su lucha es un ejemplo a seguir y debe permanecer para poder resolver los 379 crímenes que a día de hoy siguen sin esclarecerse.

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