45 desconocidos se llevan un aplauso por "renunciar a su tranquilidad para dársela a otros en Valladolid"
Julio César Herrero ensalza a todos aquellos que han decidido ayudar a la directora de la Casa de Beneficencia vallisoletana
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Julio César Herrero le dedica su aplauso de este martes a 45 personas que no conoce. ¿Por qué? Sigue leyendo o, si lo prefieres, escucha.
Llevo un confinamiento fracasando al intentar hacerme una idea de cómo se deberán sentir las personas a las que un virus les ha puesto dos condenas: a muerte para alguno de los suyos y una orden de alejamiento para los vivos. Y, cuando parecía que llegaba a la conclusión de que la palabra que mejor lo definía sería seguramente ‘frustración’, además de dolor – claro-, conocí a Carmen Serrano.
Es la directora de la Casa de Beneficencia de Valladolid. Se le han empezado a morir sus ancianos. Pero el virus le había reservado algo más. 30 empleados contagiados, de baja. Y ella, la responsable de los ancianos y de los empleados, también. A diferencia de los familiares, a ella el virus le había permitido ver cómo mueren sus mayores pero le había atado las manos. Para que no pudiera hacer nada.
Y, en la desesperación de su propio confinamiento, gritó en las redes. Necesitaba material, personal al que contratar y voluntarios. Y entonces obró el milagro de la gente buena. 20 trabajadores y 25 voluntarios acudieron en su ayuda y en la de los ancianos.
Por eso, Ángel, el aplauso de hoy es para 45 personas que no conozco que han renunciado a su tranquilidad por dársela a otros.