"Si la Generalitat expulsa a un migrante, ¿a dónde se le va a expulsar? ¿A su país de origen? ¿Y eso quién lo hace? ¿Los mossos?"

Estábamos pendientes la pasada madrugada del discurso de Trump en el Capitolio, el parlamento en Washington. La verdad es que Donald Trump ha estado a lo Donald Trump. Bueno, aquí Pedro Sánchez en modo Su Sanchidad, desaparecido en combate. El uno, un populista multimillonario de tomo y lomo. Y el nuestro, un presidente empapado de sí mismo y sin límites. En su día se lo leía a Enrique Serbeto y hace poco a Ignacio Camacho. El líder europeo que más se parece a Donald Trump es… Pedro Sánchez.

Por su corte de pelotas y súbditos. Por su inmensa maquinaria de propaganda y discurso. Porque antepone el poder a toda costa por encima de los valores o los principios. Porque miente públicamente sin que se le mueva un pelo. Y porque ambos se maquillan como puertas para salir en la tele. Tanto en el caso de Trump como con Sánchez nos estamos acostumbrando a cosas inverosímiles. Uno ordenó asaltar el Capitolio y ahí le tienes. El nuestro amnistiando golpistas.

Aquel se pavonea de sus fraudes y golfadas con mujeres. Y aquí colocamos al hermanito, a la mujer o a la churris del número 2 del partido. El presidente de Estados Unidos humilla en público a la víctima del sátrapa Putin. Y aquí nos humilla Puigdemont desde su racismo y su complejo de superioridad.

Lo dicho, nos estamos acostumbrando a lo inaudito y sinceramente no me da la gana. En este último sentido, a vueltas con la gestión de las fronteras y la inmigración en Cataluña, varias consideraciones porque a medida que vamos sabiendo cosas, sobre todo pensándolas, el alma se te cae más a los pies.

1. Sobre la imposición del catalán al extranjero, al ciudadano extranjero. La necesidad de hablar y dominar el catalán para obtener la ciudadanía. Yo me pregunto, si así se le exige a un inmigrante de Senegal o de Ucrania, ¿se le va a exigir también a un venezolano o a una cubana? Y a mí, que soy madrileño, ¿necesitaré dominar el catalán para poder trabajar en una Cataluña más 'lliure'? Y ya puestos. Puestos a ser racistas, claro. A mí me lo exigen, como a un señor que viene de Sevilla o de Lorca, pero ¿a un mallorquín? Claro, estos a lo mejor son de los países catalanes, entonces a lo mejor a estos no.
2. Sobre la capacidad de expulsar al inmigrante que la Generalitat considera oportuno, ¿a dónde se le va a expulsar? ¿A su país de origen? ¿Y eso quién lo hace? ¿Los mossos? En Argelia, en Marruecos, en Gambia. Puestos a rizar el rizo. Y no es por dar ideas. Lo siguiente será que expulsen al inmigrante sí, pero que lo suelten en Berlícarlo o en Vinaroz, en Castellón. O en Fraga y Monzón en Huesca. Y que así, se coman el marrón, como diría el tal Torra “esas bestias hediondas que hablamos castellano”, ¿te acuerdas?
3. Me pregunto, ¿todo esto es progresista y reformista, Pedro? ¿De verdad este populismo supremacista y paleto es la modernidad, es el futuro de Cataluña y el futuro de España? ¿Acaso no hay nadie que le diga que está perdiendo el juicio? ¿Que se cree el Rey Sol y que a lo peor resulta que el Rey va desnudo?

En fin, en cuanto a la impunidad total, a sentirse por encima del bien y del mal, me detengo un minuto en el caso Ábalos. Me tapo la nariz, me pongo el traje NBQ por eso de la contaminación y me echo la mano a la cartera. Hazlo tú, autónomo. Haz tú lo mismo que el jefe de gabinete de María Jesús Montero con Aldama. Ponte a negociar un tema inmobiliario con tu inspector de hacienda. Asesórale. O mejor, pídele que te pase con otro inspector para gestionar una deuda, el aplazamiento. Prueba y verás.

Claro, en concreto, sobre el lupanar en que se convirtió el Ministerio de Transportes, me pregunto ¿qué nos sabrán los testigos del Ministerio de las Empresas Públicas afectadas en lo referente al caso Ábalos? ¿Qué nos sabrá la sucesora de Ábalos en el Ministerio, Raquel Sánchez, o el mismísimo showman Oscar Puente? ¿Qué no habrán visto u olido? Los ordenanzas, vedeles, guardias jurados, limpiadoras o escoltas de Ábalos. ¿Te imaginas? Demasiada gente, José.

Además de los súbditos Koldo y Joseba, demasiada gente sabe todo, aunque se callen por disciplina de partido o por miedo.