Expósito: “Cada escupitajo en los Princesa de Girona es un chute de orgullo para quien se limpió la cara”

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Terminó el debate electoral a 5. Seguramente, para ti, ganó el tuyo. Como suele ocurrir.

El debate acabó casi a la una de la madrugada. Esta mañana habrás llevado a la niña al cole, tu al curro con la legaña puesta. Digamos que la vida sigue a pesar de lo absurdo e intempestivo del horario acordado por las televisiones.

La vida sigue, y los mitines, y un montón de incógnitas. Y sigue el pressing insoportable en Cataluña como elemento indispensable de un procés independentista que resulta nauseabundo para quienes viven a diario y no comulgan con las locuras de Puigdemont, con la supremacía de Torra o con el mamoneo y los robos de los Pujolone.

Para todo el que no se rinda ante esta gente la vida resulta muy, pero que muy complicada.

En las últimas horas hemos asistido con cámaras en directo, como si fuera la final de la Champions, a otro espectáculo deleznable. Vergonzoso. Repugnante. Lo sucedido en torno a la entrega de los premios Princesa de Girona fue sencillamente bochornoso.

Y resulta que nos acostumbramos a la vergüenza, como si tal cosa.

Lo primero: me repatea que sean más noticia unos cientos de perroflautas, vagos y ociosos indepes que los propios premiados. Así que recuerdo quiénes se han llevado los galardones de esta edición 2019 de los premios Princesa de Girona.

Son cinco jóvenes que "destacan por su trayectoria profesional y humana y comparten la inquietud por innovar en cada uno de sus ámbitos de conocimiento y de transformar el mundo con su labor", afirman los organizadores.

Este es el perfil de los cinco premiados. Compara a cada uno de ellos con las hordas de los CDR.

- Ignacio Hernández Medrano, Premio Empresa 2019 por democratizar el acceso a la información médico-científica de millones de pacientes a través de la inteligencia artificial. Nacido en Alicante en 1983, es licenciado en medicina clínica por la Universidad Miguel Hernández de Elche.

Xavier Ros-Oton, Premio Investigación Científica por ser uno de los matemáticos más brillantes y con más impacto a escala mundial en su franja de edad. Su investigación sobre ecuaciones en derivadas parciales ha tenido una repercusión muy destacada en la comunidad científica. Nació en Barcelona en 1988, es doctor en matemáticas por la Universidad Politécnica de Cataluña.

Begoña Arana Álvarez, Premio Social 2019 por "su compromiso social desde muy joven, complementado con un proceso formativo que le ha dado herramientas para mejorar la realidad que le rodea". Nacida en La Línea de la Concepción (Cádiz) en 1985, es diplomada en Trabajo Social y licenciada en Criminología y Seguridad Pública por la Universidad de Cádiz y actualmente es directora del nuevo Hogar Betania.

Rafael Rodríguez Villalobos, Premio Princesa de Girona de Artes y Letras 2019 por "su capacidad para crear universos de un profundo atractivo plástico y su visión de la ópera como una herramienta de construcción social".

Nacido en Sevilla en 1987 está considerado una de las figuras jóvenes más interesantes de la dirección operística, con presencia en España, Italia, Alemania, Hungría y Reino Unido. Es director, dramaturgo, escenógrafo, figurinista e iluminador.

-Y María Jammal, Premio Internacional, que le ha sido otorgado a esta joven árabe-israelí por su trabajo como cofundadora y directora ejecutiva de Humanity Crew, una organización que crea soluciones para los problemas de salud mental que sufren los refugiados.

Graduada en Derecho y Psicología por la Universidad de Haifa (Israel), decidió crear Humanity Crew tras ser voluntaria en las costas de las islas griegas en el 2015.

Tú fíjate qué gente. Qué categoría. Como para detenernos en la chusma que se concentró en los alrededores del Palacio de Congresos de Barcelona a escupir, a gritar, a pegar y a acosar. ¿Quiénes se han creído que son esta panda de macarras perfectamente organizados, dirigidos y animados por el Torra de turno?

Esta mañana ha estado aquí con Herrera en COPE, uno de los agredidos. Antonio Castañer. industrial catalán, de Gerona, empresario del calzado que lleva toda su vida trabajando, dando trabajo y haciendo empresa.

Le escupieron por el mero hecho de ser uno de los invitados al acto. Le pegaron, le acorralaron como su fueran una manada de perros salvajes.

Y todo ello como si nada. Es increíble cómo nos acostumbramos a la ignominia, al delito, a los escupitajos en la cara o en el traje. Escupitajos de una auténtica chusma de descerebrados manipulados como títeres por un grupo de lunáticos racistas.

Un buen amigo, asistente a los premios, me contó al término del acto que resultó muy emocionante. Por lo premiados, por los Reyes y por la Princesa. Por el apoyo y los aplausos al Rey Felipe.

Pero a la vez, triste. Muy tristemente, mi amigo me describió el paisaje y el paisanaje: “el ambiente es de agotamiento, pero también de resignación a convivir con la agitación independentista”.

No sé. Yo me niego. Entiendo que es muy fácil hacerlo desde Madrid. Tan solo yendo a Barcelona de vez en cuando… Pero yo me resisto a aguantar a esta banda de macarras. Me resisto a ver tranquilamente cómo linchan y escupen a sus compatriotas.

Me aguanto, porque no me queda otra, me aguanto a seguir pagando impuestos para que esta banda vivan como maharajás, para que el jefe de todos siga de vacaciones perpetuas en Waterloo.

Me resisto, aunque no me queda otra. Pero, por lo menos, lo digo.

No deberíamos acostumbrarnos a la vergüenza, porque cada escupitajo que echaron ayer, cada veneno que soltaron, es un chute de orgullo y de honor para quien se tuvo que limpiar la cara o la solapa por culpa de esa gentuza.

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