La comisión europea ha pedido hoy cerrar el expediente abierto a España en 2009 por déficit excesivo, tras haber reducido el desvío de las administraciones públicas el año pasado hasta el 2,5% del PIB. Hace diez años estábamos en el 11 por ciento. Como decía mi abuela, “casi ná lo del ojo, y lo llevaba en la mano”. España sale así, salimos, del procedimiento por déficit excesivo, aunque se mantiene bajo vigilancia en la «rama preventiva» por la deuda. Esto significa que, en lugar del déficit, se tendrán en cuenta los esfuerzos estructurales. La comisión, eso sí, vigilará que nuestro país siga reduciendo la deuda pública.
Que España salga/salgamos de la UVI y pasemos a planta marca el final de una década de control del déficit por parte de Bruselas, un mecanismo que ya habían abandonado todos los países y en cuya vigilancia solo permanecía España. Cabe recordar que hace diez años, sin embargo, eran más de 20 las naciones sometidas a esta supervisión. Aunque la decisión todavía debe ser confirmada por los ministros de Economía y Finanzas, lo cierto es que el adiós a los hombres de negro de Bruselas y Frankfurt supone poner el punto y final a un procedimiento que ha marcado la política presupuestaria de tres gobiernos distintos: primero el de José Luis Rodríguez Zapatero, después el de Mariano Rajoy y finalmente el de Pedro Sánchez.
Eso sí, para ser justos, quien se comió el marrón y quien salvó a España de ese rescate tan deseado por muchos, fue Rajoy, de la mano de Luis de Guindos y de Cristóbal Montoro. El déficit público de España se disparó en 2009 hasta el 11%, el máximo alcanzado durante la crisis, para bajar al 9,4% en 2010 y repuntar al 9,6% en 2011. En 2012, aquel famoso y crítico verano de 2012, volvió al 10,5%. Así que conviene parar un par de minutos y hacer algo de justicia o, lo que es lo mismo, hacer algo de memoria.
1.- La política económica de Zapatero, junto a la crisis global, llevaron a España a la práctica intervención. Y lo que es peor, con mentiras absolutas sobre la realidad. No solo negó la crisis evidente, sino que mintió para taparla al mundo entero y a los españoles.
2.- Cando el agua le llegó al cuello de la camisa, cuando nos ahogábamos todos con Zapatero, cuando Bruselas advierte al Gobierno en verano de 2011 de la intervención total de la economía española, entonces ZP convoca elecciones, bajo la gran mentira de un déficit del 6,5%.
3.- Ante esa amenaza de intervención total, Zapatero convoca para perder. Llega Rajoy y lo primero que descubren, aquella primera mañana que Montoro llama al interventor, es que el déficit era casi del 10. La sospecha se había quedado corta. La mentira era un suicidio. Es entonces, más o menos, cuando aparece en escena Artur Mas, ayudando, y pone en marcha el ‘procès’.
4.- Subida de impuestos inmediata. Recorte del gasto automático. Aviso de crack a las comunidades autónomas y ruego a Bruselas: no nos intervengan.
5.- Por entonces, desde Aznar a casi todos los grandes banqueros, pasando por el mundo mundial, todos pedían la intervención de España. Pero hete aquí que un señor gallego y sus dos ministros económicos se plantaron. Montoro se puso a ejercer de catedrático de Hacienda pública --que nos lo digan a periodistas y profesiones liberales-- y Luis de Guindos se fue a despachar con Schoebel, el todopoderoso ministro de Finanzas de Angela Merkel. Por el uno y por el otro, pararon el impacto brutal. Acometieron las reformas, cobraron impuestos a mansalva y salvamos el rescate. Y todo ello, con el sistema bancario cogido por los pelos gracias a aquel Banco de España y a las cajas de ahorro. ¿Te acuerdas? La tormenta perfecta. De aquello, de ese 11 por ciento, al 3 por ciento de hoy. De aquel pelotón de fusilamiento al cierre del expediente.
¿Qué ocurre? Que en los sitios hay que estar para apuntarse el tanto. Y ahora resulta que Pedro Sánchez y la ministra Calviño salen como salvadores de la patria, cuando fue ZP quien nos metió en las arenas movedizas. Y ha sido con los presupuestos de Rajoy, con sus subidas de impuestos y con su reforma laboral, como hemos salido. Así que, por favor, que no toquen nada. Que se apunten los tantos que quieran, en su línea, pero que no toquen nada.
Porque gracias a aquellas políticas y al pastón de impuestos que hemos pagado casi todos, salvamos la intervención, reducimos el déficit y estamos casi en los 20 millones de cotizantes a la Seguridad Social. Por cierto, cotizantes que no somos suficientes para mantener el sistema de pensiones, dicho sea de paso. Y así se cierra la historia de la casi intervención de la economía española, por ahora. Me parecía, pues, de justicia, parar unos minutos y recordar quién se comió el marrón; quien no supo, no quiso o no pudo vender su propia gestión, y quién llevó a cabo el milagro tras la hecatombe de ZP.
Que nadie venga ahora a dar lecciones cuando casi todo el mundo clamó por la intervención de España, desde un lado y el otro. De aquel desastre nos sacaron un señor gallego, un catedrático de hacienda pública y un ministro de Economía que convenció al resto de Europa de que éramos gente de fiar. Hemos salido coincidiendo con un Gobierno que ha hecho justo lo contrario para que no salgamos.