A estas horas, hace 75 años, las playas del noroeste de Francia estaban atestadas de cadáveres y restos humanos. El agua estaba teñida de rojo sangre, las mareas del atlántico arrastraban miembros de los soldados aliados y, metros adentro, en los nidos de ametralladoras del ejército nazi se amontonaban los alemanes muertos que no pudieron seguir el grito de retirada. Fue el inicio del fin de la Segunda Guerra Mundial. Fue el inicio de un nuevo orden planetario en todos los sentidos. Para muchos historiadores fue el verdadero final de la Primera Guerra Mundial.
Hoy en nuestro tema del día vamos a estudiar el desembarco de Normandía con expertos y especialistas. Así que soy el menos indicado para hablar de historia. Me voy a centrar en cinco claves que surgieron desde entonces y que hoy, por increíble que parezca, amenazan con repetirse.
1.- Podría pensarse que con el fin de la Segunda Guerra Mundial, esta parte del mundo, la aparentemente civilizada, habríamos escarmentado y nos habríamos vacunado sobre la supremacía, el racismo y el clasismo más exagerado. Habríamos dicho que con el fin del régimen nazi se terminaría para siempre el complejo infinito de ser más que el otro. Más que el gitano, el negro, el judío o el homosexual. Pero hete aquí, que no. Porque 75 años después, espero que salvando las distancias, algunos europeos vuelven a considerarse superiores a otros. Por su supuesta raza, por su historia inventada y hasta por su RH. ¿Te suena? Supremacía
2.- Nueva Europa y el Nuevo Orden Mundial. Porque aquel desembarco fue el inicio de la ONU, del fondo monetario o de la UNESCO. De aquello salió una Europa, en la que estamos, que es la Unión Europea. El mercado común, la comunidad y hasta la unión. De aquello nació la mejor región del mundo que algunos o muchos se quieren cargar desde dentro. Los populismos, los ultras, los independentistas, los racistas o los del Brexit. Todos tienen un denominador común. Y éste es querer acabar con aquello.
3.- El mundo occidental se dividió en dos: Estados Unidos y Rusia. Más Japón por entonces, que hoy sustituye China. ¿En cuál de esos dos mundos prefieres vivir, en el de aquella Europa Occidental de Berlín para este lado, o en aquella Europa oriental desde Berlín para aquella parte? Recuerdo cómo en Cracovia, a pocos kilómetros de Auschwitz y Birkenau, una anciana polaca me contó cómo fue peor el régimen de Stalin que el propio régimen nazi. Peor aún.
4.- Es impresionante el fenómeno de la desmemoria. Incluso se nos olvidan los muertos. ¿Estaría la opinión pública occidental, nosotros mismos, estaríamos preparados para soportar miles y miles de soldado nuestros muertos, y no te digo los americanos, con sus jóvenes muertos a 8.000 kilómetros? Claro. En cuanto a la desmemoria, ¿qué quieres que te diga? Me da que tampoco estamos para dar lecciones. Aquí se nos olvidan hasta los muertos de ETA, que aún están calientes. Aquí aún restan más de 300 asesinatos por resolver y llamamos héroe al jefe de los asesinos y se presenta a lehendakari uno de ellos. Como para dar lecciones.
5.- Los campos de concentración o las playas de Normandía. Debería ser obligatoria la visita de los campos de exterminio nazis y de las playas del noroeste francés. Todos los institutos de Europa deberían obligar a sus alumnos a que se sobrecogieran en las vías de Birkenau o en los pasillos de Auschwitz. A lo mejor así, esos chicos y esas chicas se vacunan del racismo para siempre y se hacen inmunes al virus de la supremacía. Porque romper Europa es olvidarse de lo que pasó hace 75 años y es olvidar a aquellos héroes que a millones murieron masacrados o torturados.
Y no hace tanto tiempo de aquello. Aún hay muchos vivos de por entonces. Olvidar aquel desembarco y lo que supuso, sirve para justificar la estrella amarilla en la solapa de los judíos y sirve para justificar la discriminación por nacer en otra región de España. No honrar aquel desembarco de hace 75 años en las playas de Normandía... sirve para reconocer la supremacía aria o de cualquier raza, etnia o región sobre otras. ¿Te suena?