Foto de Cierre (4-2-2018) - Entre jaulas
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Me quedo con una foto que publica El País en sus páginas de internacional. La instantánea está tomada en mercado. Una mujer aparece retratada mientras compra, retratada de espaldas, pero aunque estuviera retratada de frente no se le vería el rostro, porque la señora está cubierta de la cabeza a los pies de un traje de paño morado, un burka que la deja encerrada mientras no está enclaustrada en casa, un burka que le niega la belleza de su rostro a los otros. Un rostro siempre es bonito, y si esta mujer, si cualquiera, no puede ser para los otros, no podemos ser. Que el rostro condensa lo que somos, don para los otros antes incluso de que hayamos tomado cualquier decisión. La mujer está frente a una tienda de pájaros, tórtolas entre barrotes, pajaricos en jaulas de madera que cuelgan del techo. Se agitan en sus prisiones las plumas, las alas, se oyen a ratos los cantos y los piares de los que no pueden ir y venir a voluntad, que muchos de estos animalillos han nacido ya en cautividad. La afgana cautiva oye como los pajarillos enrejados cantan el romance que ella no puede entonar: abra usted, madre, las puertas, ventanas y celosías, que aquí le traigo la rosa
que llora de noche y día.
Celosías, rejas, jaulas, puertas y ventanas cerradas, burkas...pero no solo, que ahora hemos sabido que la garra que mantiene amenazada, atenazada a la mujer es garra que también funciona en sitios supuestamente muy liberales, que hay algunos que no pudiendo decretar una prisión y enclaustramiento en forma de burka, poseen sin consentimiento, roban por la fuerza, por la amenaza, con el poder no de un jefe tribal pero si de jefe de oficina, de gran productor de Hollywood, que tan modernos, tan liberados que estaban o estábamos, ahí está, como siempre, quizás más que antes, que que más da, la garra que se encapricha, la garra arrogante, la garra arrolladora, la garra bestial, moderna o antigua, que esclaviza. Modernos nosotros, que pensábamos que esto lo habíamos superado, tendremos que reconocer humildemente que la bestia sigue suelta, que la bestia que enjaula y que atropella no solo se pasea por tierras lejanas y poco cultivadas, que la libertad, el respeto por ellas tiene que ser reconquistado una y otra vez, que a nuestro lado sigue habiendo muchas rosas que lloran noche y día, que la garra sigue suelta, que hay muchas jaulas cerradas, jaulas modernas, jaulas construidas con los barrotes de una liberación que no ha sido.