La astilla más grande de la cruz en la que murió Jesús mide más de seis centímetros y está en España

La Sábana Santa, el Santo Grial, la Vera Cruz y el Santo Sudario. Son, probablemente, las cuatro reliquias del cristianismo más importantes y estudiadas. ¿Cómo se conservaron hasta llegar a nuestros días? ¿Dónde se encuentran? ¿Quién acredita su autenticidad? En ‘La Noche de Adolfo Arjona’ preguntamos a distintos expertos en la Historia de la Iglesia.

LA SÁBANA SANTA DE TURÍN

“La Sábana Santa ha llegado milagrosamente a nuestros días porque ha pasado por muchísimas vicisitudes y hoy en día se hace todo lo posible para preservarla”, resalta en COPE el profesor de Historia de la Iglesia y de Arte Sacro de la Facultad de Teología de la Universidad de Loyola, Pablo López Chaves.

La Sábana Santa de Turín es uno de los objetos más estudiados y venerados de la cristiandad. Se trata de una pieza de lino que, según la tradición, habría envuelto el cuerpo de Cristo después de su crucifixión. En la tela se aprecian signos de la herida de clavo en la muñeca izquierda, la herida del costado derecho, signos de azotes, la planta del pie derecho, coladuras de sangre en la frente y en la nuca… Se encuentra custodiada en la Catedral de San Juan Bautista de Turín, en Italia, desde el siglo XVI.

“La Sábana Santa es una tela de lino mucho más larga que ancha, (de 4.40 metros de largo por 1.14 metros de ancho). Una tela hecha con maestría por artesanos, lo que no concuerda con el hecho de que se utilizara, con esa calidad, para cubrir un cuerpo”, destaca el profesor Pablo López Chaves.

Actualmente la Sábana Santa se encuentra en la Catedral de San Juan Bautista de Turín, en Italia. En el año 1997, pocos días antes de finalizar los trabajos de restauración, un violento incendio destruye la capilla donde permanecía… en la capilla de la Sábana Santa. Milagrosamente, y gracias a la rápida actuación de los bomberos, esta pieza de lino que cubrió el cuerpo de Jesús después de su crucifixión, se salvó sin ningún daño. NO era la primera vez que un incendio amenazaba a esta reliquia.

SANTO GRIAL, LA RELIQUIA MÁS CODICIADA

“Tanto por los datos arqueológicos, como por el testimonio de la tradición y los documentos que se poseen, es completamente verosímil que este hermoso vaso estuviera en las manos del Señor en la víspera de su Pasión”. Así se refiere el catedrático emérito de la Facultad de Teología de la Universidad Católica de Valencia, Jaime Sancho, al hablar del Santo Grial.

Cuenta la tradición que, durante la Última Cena, Jesús de Nazaret bebió de una copa... una copa que desde entonces es conocida como el Santo Cáliz o el Santo Grial. Ese objeto se encuentra en la Catedral de Valencia.

Su rastro ha sido seguido por amantes del esoterismo, por miembros de la orden del Templo, por el dictador nazi Adolf Hitler… Dicen que pocas cosas han generado tantas investigaciones, expediciones y hasta guerras como este objeto. Probablemente estamos ante la reliquia cristiana más codiciada.

LIGNUM CRUCIS

A las tres de la tarde de un viernes del año 33, Jesús murió crucificado. Él mismo había cargado el travesaño horizontal de aquella cruz, un trozo de madera de entre 30 y 50 kilos de peso, que cargó en un camino de 600 metros hasta el monte Gólgota, en Jerusalén. La cruz en la que Jesús expiró fue encontrada tiempo después y a ella pertenece una de las reliquias más valiosas del cristianismo: el lignum crucis, cada uno de los fragmentos de la madera de aquella cruz que aún hoy se conservan.

Según explica en ‘La Noche de Adolfo Arjona’ el profesor de la Universidad de Teología de Burgos y experto en Historia de la Iglesia, Isaac González, “quien encontró la cruz fue Santa Elena de la Cruz o también llamada Constantinopla, ayudada por San Macario I y un judío llamado Judas (no Judas Iscariote) bautizado después como Ciriaco”. Fue en mayo del año 326. Y encontraron la cruz en el monte Gólgota, en medio de las dos cruces de los ladrones Dimas y Gestas. Se sabe que era esa cruz por el rótulo y por los clavos, “porque a los ladrones no se les crucificó.”

Las fuentes hablan de que la cruz fue dividida en tres trozos que se llevaron a las tres grandes sedes de la Antigüedad: Jerusalén, Constantinopla y Roma, “incluso un trocito parece que Constantino la llevó al cuello”. Desde aquellos tres lugares, durante la época Medieval e incluso moderna, se fueron enviando a distintas partes pequeños trozos de la cruz donde Jesús fue sacrificado.

El lignum crucis más grande del mundo se conserva en el monasterio de Santo Toribio de Liébana, en Cantabria. Mide 6,35 centímetros de largo por 3,93 centímetros del travesaño y 0.4 centímetros de grosor.

La madera se encuentra dentro de un relicario en forma de cruz. Se observa en la madera un pequeño agujero de uno de los clavos. “Es una reliquia que trajo el obispo Toribio de Liébana desde Oriente, en principio a Astorga, pero con la invasión musulmana, buscando que no fuera estropeada, fue llevada y escondida al monasterio de Cantabria”, narra Isaac González en su conversación con Arjona.

SANTO SUDARIO

Dicen que el Santo Sudario es la reliquia más importante del cristianismo junto con la Sábana Santa de Turín. Se trata del paño con el que cubrieron el rostro de Jesús al bajarlo de la cruz. Una tela que está impregnada con su sangre y que se conserva en España desde hace más de mil años, concretamente en la Cámara Santa de la Catedral de Oviedo. “A Jesús le cubrieron el rostro con aquel paño de lino rectangular para recoger la sangre de su rostro, la que saldría de su nariz y de su cara cuando fuera movido y trasladado su cuerpo”, relata en COPE el padre Benito Gallego, deán de la Catedral de Oviedo.

Tres días al año, desde el altar mayor se imparte una bendición con el Santo Sudario: el 14 y el 21 de septiembre con motivo del Jubileo de la Santa Cruz... y el Viernes Santo.

Si quieres escuchar todos los detalles del ‘Especial reliquias del cristianismo’ pincha en el enlace y disfruta de una nueva entrega de ‘La Noche de Adolfo Arjona’.